El informe que viene - Germán Dehesa

REFORMA | 8 de Agosto de 2007

En alguna ocasión no muy lejana, la vida en su avalancha me arrastró a Berlín. Como ya lo comenté, Berlín es uno de los grandes centros de liberación de energía que tiene Occidente. La ciudad se mira a sí misma como la ciudad del futuro, pero, si hemos de creerle a Döblin y a Günter Grass (te invito, lectora lector querido, a que leas "Pelando la cebolla" recientemente traducida al español en Alfaguara), la ciudad tiene muchos fantasmas que obligan a mirar el pasado.


En pos de uno de estos fantasmas, me lancé una mañana. Quería yo encontrar la exacta ubicación del búnker donde transcurrieron las últimas horas del Tercer Reich y, en particular, las de Eva Braun y Adolfo Hitler. Casi no queda nada. Como gato que entierra sus miserias, Berlín alzó el tapete para que entre la maleza y las construcciones modernas se perdiera esa boca de la muerte. No contaban los berlineses con la memoria de tantos que es la que nos permite reconstruir ese lugar. Basados en estas memorias y testimonios es que los cineastas han podido reconstruir fidedignamente el búnker de Hitler: la infamia y la cobardía rodeadas de soldados.

Creo que ya me excedí con el prólogo. Yo exclusivamente quería recordar al búnker por antonomasia, para compararlo con lo que hace un año, sin resultados visibles, construyó Vicente Fox en todo el perímetro del Palacio de San Lázaro. Un búnker azteca y fallido mediante el cual el presidente en turno pretendía controlar a las masas enloquecidas que ya habían tomado el Salón de Actos y permitir su ingreso a este salón para dar solemne lectura al Informe presidencial. Como recordarán, un contingente de petaconas se adueñó de la mesa, relucieron las rechiflas y las pancartas, se hizo patente el solapado regocijo de los priistas y los panistas, muertos de pánico, se fueron a refugiar a un rinconcito. Así las cosas, llegó el Presichente, vio cómo estaba el rocanrol y, como es sacatonsísimo, decidió regresar por donde vino, tacleó a Doña Marta que ya iba para adentro con su atuendo de sirena oaxaqueña, se trepó de nuevo al autobús, fueron a echarse unos tacos en "Los Panchos" (información no confirmada) y se refugiaron en Los Pinos donde Fox leyó por televisión el horrendo y adocenado mensaje que no pudo ¡qué bueno! leer en San Lázaro.

Hace un año ocurría esta historia del fallido búnker. Los maravillosos e inútiles diputados y senadores llevan ya varios años de decirnos: esta ceremonia del Informe con su formato actual ya sólo sirve para organizar peleas de perros, nos daremos a la tarea de pensar en otro formato; pero vienen los viajes, las comisiones, la lucha por el viático y el aumento, la imperiosa necesidad de arrastrarse frente al líder de su bancada, las merecidas vacaciones, entre esto y aquello se va el año y no hay manera de trabajar. Esto es lo que explica que ya esté a la vista septiembre de 2007 y estos inútiles no hayan hecho nada. En el cielo parlamentario de nuestro país vuelven a juntarse los nubarrones. Y luego Felipe diciendo que él va a ir encantado de la vida y que dialogará y que atenderá preguntas y respuestas y que no tiene la menor preocupación. Yo que él, no me pondría tan sabroso. Las petaconas ahí siguen más belicosas que nunca, el PRD ya anunció que le tiene a Felipe "varias sorpresas" para el día del Informe y Los Sopranos Beltrones y Gamboa dicen que la bronca no es de ellos, pero que Felipe tendría que cuidar más sus declaraciones.

Yo, por lo menos, ya estaría en plena confección de mi chaleco antimentadas y de mi guayabera antibalas. Ya faltan unos cuantos días. Ojalá y Felipe acabe teniendo la razón.

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