Publicado en Reforma, 20 de Mayo, 2007


La televisión no tiene la facultad de gobernar, legislar, juzgar, mandar batallones, pero tiene un poder acaso más preciado: la atención de millones de personas. Por eso, la pregunta interesante en nuestro tiempo es ¿cómo se puede o debe usar ese poder para beneficio de la sociedad? O, puesta en términos negativos, ¿cómo limitar ese poder para que no actúe en detrimento de ella? Los estados totalitarios tienen una respuesta sencilla: la estatización. Pero en los estados democráticos y liberales el problema, por fortuna, es más complejo.

Daniel Cosío Villegas creyó que el poder de la televisión podía usarse para fines de educación y cultura. Su Historia mínima de México fue, en el origen, un guión para televisión. Al final de su vida, apareció en varios programas comentando el escenario internacional. Octavio Paz creyó también en la posibilidad de orientar el poder de la televisión hacia la cultura: solía hacer un comentario en el noticiero 24 Horas de Jacobo Zabludovsky, y creó varios proyectos de alta calidad intelectual que tuvieron, además, un rating respetable: la serie "Encuentros", "México en la obra de Octavio Paz", el "Encuentro Vuelta: La experiencia de la libertad". Luego de su muerte, muchos de quienes lo criticaban por aparecer en la televisión hicieron lo mismo que él. Por mi parte, nunca he dudado de que la televisión puede ser un espléndido vehículo de difusión histórica, como demostraron en su momento las telenovelas de Ernesto Alonso y Fausto Zerón Medina. La serie "México Nuevo Siglo", que desde 1998 hasta hoy se ha trasmitido por Canal 2, es -quiero pensar- otro ejemplo de que la televisión puede usarse con fines culturales.

Se dice que la vocación de la televisión es entretener. Puesto así el asunto parece sencillo, pero el problema reside en los contenidos. Los más violentos, degradantes, transgresivos o vacuos pueden ser "entretenidos", pero hacen un enorme daño a la sociedad. Por eso, nada menos que Karl Popper -el filósofo liberal más influyente del siglo XX- sostenía que, por la naturaleza de su "producto", la televisión requería de una reglamentación. Sería deseable -agregaba- que los medios electrónicos adoptaran públicamente un código autoimpuesto de ética, y crearan un instituto que emitiera licencias revocables en caso de violación (Karl Popper: La televisión es mala maestra, Fondo de Cultura Económica). En el mismo sentido, también sería muy sano que la televisión privada mexicana tomara la iniciativa de abrir un debate crítico y autocrítico sobre todos sus contenidos, y explorara seriamente la manera de mejorarlos incorporando una nueva y verdadera creatividad.

En términos de responsabilidad cívica, sigo sosteniendo lo que escribí en "Para salir de Babel" (mayo de 2004): "la televisión no ha estado a la altura de los tiempos... ha relegado uno de sus deberes fundamentales, sobre todo en un país atrasado y pobre como México: el deber de educar y formar opinión. La televisión podría ser un foro espléndido para que los actores de la vida pública y los ciudadanos en general (estudiantes, académicos, empresarios, militares, religiosos, obreros, campesinos) debatan (no sólo conversen) sobre los temas urgentes de nuestra agenda pública". En México, los debates pueden ser una gran escuela de tolerancia y civilidad.

Lo cual me lleva a la zona más delicada del poder de la televisión: su relación con el poder político. Durante los viejos tiempos del PRI, la televisión no servía al público: servía al Poder Ejecutivo. En el sexenio de Zedillo, la situación comenzó a cambiar en un sentido de pluralidad democrática que se afianzó a partir del año 2000. Sólo la mezquindad puede negar que, desde entonces, la televisión privada mexicana (y sí, Televisa en particular) abrió sus espacios informativos y de opinión a la oposición, en particular a la oposición de izquierda (Un botón de muestra: en la elección presidencial en el 2006, el número de menciones en radio y televisión de la Coalición por el Bien de Todos fue de 51,318; el PAN tuvo 39,243 y el PRI 43,467). Este proceso positivo de apertura se vio manchado -también es cierto- por hechos que significaban una contradictoria vuelta al pasado, como la cercanía con Los Pinos.

Pero más allá del desempeño de las televisoras en la transición democrática de México, es obvio que su lugar público no puede depender de su propia discrecionalidad: debe legislarse, y en efecto se ha legislado, una ley cuya constitucionalidad (objeto de la acción en esta materia) debate ahora mismo la Suprema Corte de Justicia. En nuestra transición democrática, el Poder Judicial ha debido ser el fiel de la balanza entre el Ejecutivo y el Legislativo, y ahora -si no hay imprevistos- debe pronunciarse en torno a la ley que engloba la radio, la televisión y las telecomunicaciones. Tratándose de un asunto tan importante, es encomiable que la ponencia de 546 páginas del ministro Sergio Salvador Aguirre Anguiano esté disponible en Internet, y que la Corte se haya mostrado abierta para que el público y las instituciones opinen sobre el tema. Un viejo axioma reza: "la Constitución dice lo que la Corte dice que la Constitución dice". Así es y así debe seguir siendo.

La complejidad técnica y jurídica de la ley rebasa, por supuesto, mi reducida área de conocimiento. Creo en la libre competencia y espero que la sentencia de la Corte la fortalezca. No creo que las futuras licitaciones deban darse sólo con criterios económicos, sino con ponderaciones a la oferta cualitativa de los posibles concesionarios. Creo también en la necesidad de alentar tanto a los medios culturales independientes como a los comunitarios e indígenas, y espero que la Corte -como apunta la ponencia- declare inconstitucional esa omisión, y que el Legislativo la subsane.

Por otro lado, pienso que, al menos en un sentido, la Ley vigente significa un avance sobre la anterior: resta al Presidente de la República la completa discrecionalidad en el dominio de las concesiones. Tal como está ahora, el Artículo 9-C establece que los comisionados de la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel) serán nombrados por el Presidente de la República, pasando por la "no objeción" del Senado, pero en el proyecto del ministro Aguirre Anguiano, el Artículo se considera inconstitucional porque "implica una invasión a las facultades del Presidente". Se aduce que el Artículo 76 de la Constitución no otorga al Senado facultades para intervenir en el área de la Administración Pública Centralizada, cuyo dominio corresponde sólo al Presidente y a cuya esfera pertenece la Cofetel. Independientemente de la sentencia inatacable que emita la Corte, creo que en el futuro sería sano que la Cofetel adquiriera autonomía respecto del Ejecutivo, haciendo intervenir a la representación nacional (es decir, al Senado) en el sentido de la "no objeción". Para ello, quizá bastaría que se legislara para la Cofetel un régimen de organismo descentralizado. La madurez democrática y republicana de México depende de la división y equilibrio de poderes, de todos los poderes

Dieciocho años: Paradojas

REFORMA | 10 de mayo de 2007

El PRD es hoy la principal expresión de la izquierda mexicana, un partido exitoso, parte medular de la representación política, un poder real y actuante. Pero vive cruzado por distintas paradojas.

1) El PRD fue la desembocadura organizativa del potente movimiento electoral encabezado por el ingeniero Cárdenas. El Frente Democrático Nacional, integrado formalmente por cuatro partidos con registro, pero con el aporte sustantivo de la Corriente Democrática, al que se unió un buen número de organizaciones políticas y sociales, encontró en la formación de un partido la mejor forma de dar continuidad a la fuerza desatada por los comicios de 1988. Si se deseaba multiplicar la presencia política de la izquierda, revertir su atomización, incrementar su influencia, garantizar su permanencia y un día encabezar el gobierno de la República, nada mejor que la construcción de un partido. Y todos los objetivos enunciados -salvo el último- se han logrado. Primera paradoja: esa asignatura pendiente nubla la evaluación de todo lo demás.

2) El PRD fue conformado de manera natural por las corrientes que lo fundaron. Ex militantes del PRI junto con la más amplia gama de posiciones de izquierda. Al inicio resultaba normal que aquellos que tenían una trayectoria, un ideario, unos signos de identidad comunes siguieran trabajando en el nuevo partido como una red o una corriente. La confianza construida con anterioridad y hasta las relaciones amistosas tendían a reproducir en el nuevo partido los alineamientos previos. No podía ser de otra manera. La historia modela querencias y reflejos. Por supuesto, luego de 18 años las corrientes no son ni podían ser las mismas. Se han producido realineamientos, fusiones y confusiones. Pero el modus operandi sigue siendo similar. Segunda paradoja: la riqueza del partido -una diversidad de tradiciones y corrientes- al mismo tiempo es fuente de problemas y conflictos circulares.

3) Dos liderazgos carismáticos y sucesivos han cohesionado al PRD y lo han proyectado como una fuerza central en la arena política. Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador le han proporcionado a esa formación un extra que le ha permitido entrar en contacto y ganar la adhesión de franjas de ciudadanos que de otra manera no hubiesen volteado a ver siquiera al PRD. Tercera paradoja: no obstante, esos liderazgos han hecho patente que entre la dirección real y la formal existe un fuerte desfase, y ello deja su huella en la vida de la organización, sujeta a los proyectos, prioridades y necesidades de los liderazgos.

4) El PRD es una maquinaria poderosa, pero su organización es -reconocido por sus propios militantes- precaria, informal, deficiente. Sin un auténtico padrón de sus afiliados y sin núcleos de base con trabajo regular, su vida interna es, para decirlo de manera suave, intermitente. Sin ese cimiento sólido, la fórmula de asambleas sucesivas -distritales, estatales, nacionales- como mecanismo de encuentro, discusión y negociación, se ve erosionada. Así, sin tener resuelto lo elemental, el PRD se ha permitido varias fugas hacia delante, como la de llamar a cualquier ciudadano con credencial para votar a participar en la elección de candidatos a los cargos de representación o la realización de encuestas para alcanzar los mismos fines. Correr antes que caminar. Cuarta paradoja: esas supuestas medidas democráticas lo único que hacen es incrementar los grados de desorganización interna.

5) El PRD tiene una rica vida interna. Como todo partido moderno se encuentra marcado por una cierta tendencia endogámica. Sus militantes (o por lo menos sus dirigentes) viven en un mundo propio cargado de sentido, escaramuzas, debates, grillas, alianzas, porque así es la vida en cualquier organización compleja. Se trata de un espacio absorbente, difícil, y en ocasiones apasionante. Sin embargo, mantiene escasos puentes de comunicación con el "exterior". En particular, los lazos con el mundo de la cultura y la ciencia son precarios, lánguidos, instrumentales. Quinta paradoja: lo que debería ser un proyecto político cultural se adelgaza hasta convertirse en meramente político.

6) El PRD ha sido motor fundamental y usufructuario del monumental cambio político que ha vivido el país. Sin sus esfuerzos, movilizaciones, reclamos, no hubiese sido posible la transición democrática, la edificación de un sistema de partidos equilibrado con elecciones competitivas y con un mundo de la representación política invadido por la pluralidad y cargado de innumerables pesos y contrapesos. Y al mismo tiempo el PRD ha sido beneficiario del cambio. Gobierna seis entidades, es la segunda fuerza en la Cámara de Diputados y la tercera en el Senado, encabeza decenas de municipios, está presente en todos los congresos locales y sus síndicos y regidores suman cientos. Sexta paradoja: el PRD es un partido de gobierno que se comporta como si fuera sólo de oposición.

7) En el PRD se sabe que a través de la "vía electoral" puede llegar al gobierno federal, tal y como lo ha conseguido en diferentes estados y municipios. Saben también -espero- que lo electoral es sólo la punta del iceberg de una construcción civilizatoria que permite la expresión, la convivencia y la competencia de la pluralidad. Entienden que la democracia es un sistema de gobierno que no sólo permite la reproducción de la diversidad política sino que intenta preservarla. Séptima paradoja: y sin embargo, con una consistencia digna de mejores causas, en su discurso la lucha política aparece como una confrontación entre San Jorge y el dragón.

8) El futuro del PRD está ligado al asentamiento de la democracia. Octava Paradoja: y sin embargo.

REFORMA

Hace 25 años (casi), el 19 de junio de 1982, el Zócalo de la Ciudad de México se vio inundado por una multitud que apoyaba la candidatura a la Presidencia de la República de Arnoldo Martínez Verdugo, postulado por el Partido Socialista Unificado de México. Aquel día, por primera vez luego de 14 años, una manifestación independiente ocupaba ese espacio. Desde las masivas concentraciones de 1968 el Zócalo se había convertido en tabú, en zona prohibida para la oposición y desde el gobierno se impedía por todos los medios que voces disidentes se expresaran ahí. Era un área que sólo podía ser explotada por el oficialismo. No obstante, aquel día, miles y miles de hombres y mujeres caminando desde un costado del Monumento a la Revolución llegaron a la plaza con sus banderas rojas. Y entre consignas y gritos ejercieron sus derechos e hicieron suya y ayudaron a construir esa noción evanescente que denominamos libertad.


Hace un cuarto de siglo, el PSUM realizó su primera y única campaña presidencial. La novedad: lo hacía amparado en la ley. En 1976, el Partido Comunista había postulado como candidato a la Presidencia a Valentín Campa para hacerse presente a la luz del día y como fórmula para denunciar su exclusión arbitraria del marco electoral. La reforma política del año siguiente (1977) no puede explicarse sin aquel reclamo y sin la enorme conflictividad que cruzaba al país y que no encontraba puentes de comunicación con el espacio institucional. Las elecciones intermedias de 1979 habían sido la primera prueba de la reforma y en 1982 contendían siete candidatos a la Presidencia, luego de que en 1976 oficialmente sólo había una opción, la de José López Portillo apoyado por el PRI, el PPS y el PARM. Ahora, los partidos eran considerados por la Constitución "entidades de interés público" y podían ejercer una serie de derechos y prerrogativas y eso era lo que hacía, sin duda, el PSUM.

Hace 25 años, el PSUM representaba el primer intento de unificar a la izquierda mexicana. Hasta ese momento profundamente dividida y sin peso sustantivo en las elecciones, se trataba de revertir esa situación y proyectarla como una fuerza alternativa. El 6 de noviembre de 1981 se habían fusionado en la nueva organización, los partidos Comunista Mexicano, del Pueblo Mexicano (PPM), Socialista Revolucionario (PSR) y los movimientos de Acción Popular (MAP) y de Acción y Unidad Socialista (MAUS). Trayectorias, idearios, formas de acción distintas se conjugaban para intentar multiplicar el peso de la izquierda. Visto en retrospectiva, se trató de un primer eslabón que en los años siguientes se reforzaría con nuevos y más abarcadores procesos de fusión entre partidos, agrupaciones, corrientes e individuos.

Hace 25 años, cuando la mitad de los mexicanos que hoy están vivos aún no nacían, los candidatos del PSUM hicieron campaña a lo largo y ancho del país. Explotando las nuevas condiciones políticas y legales desplegaron sus iniciativas para entrar en contacto con miles y miles de ciudadanos. Arnoldo Martínez Verdugo y su caravana recorrieron el país en 185 días. Arrancó el 4 de diciembre de 1981 en la Plaza de Santo Domingo en el Distrito Federal y de ahí a Alcozauca, Guerrero (en la montaña), pequeño municipio enclavado en el fondo de una cañada, y que había sido el primero "conquistado" por el PCM... y ni un solo día fue de reposo. La izquierda entonces aparece en periódicos y revistas y de manera marginal en la radio y la televisión. Se empieza a convertir -como diría Mitterrand- en parte del paisaje. "El candidato del PSUM recorrió más de 38 mil kilómetros para visitar 202 municipios y poblados en los que encabezó 311 actos públicos, entre ellos 167 mítines, 65 comidas populares; y asistir a 10 penales para hablar con prisioneros políticos. Además, encuentros, marchas, foros y ofrendas florales. En total cerca de 305 mil 790 personas acudieron a tales concentraciones. Nunca, como entonces, una campaña proselitista de izquierda tuvo contacto personal con semejante cantidad de mexicanos", escribieron los entonces reporteros Rogelio Hernández y Roberto Rock en su vibrante crónica de la campaña titulada precisamente Zócalo Rojo (Océano, 1982, p. 21).

Hace 25 años, la campaña del PSUM intentó poner en el centro del debate público los diagnósticos y las propuestas, hacer de la confrontación político-electoral un escenario cargado de ideas, análisis, iniciativas. Así lo escribió entonces Rolando Cordera: "se requería... convertir a la campaña en una suerte de foro omnipresente en el cual el Partido frente a la sociedad, el Estado y la Nación, ubicara o descubriera los nudos estratégicos de la problemática mexicana, explorara y arriesgara soluciones, especulara y proyectara vías de acción, coaliciones posibles y aparentemente imposibles, y vislumbrara, con el máximo de libertad, nuevas plataformas de desarrollo social y político... lo anterior pretendía establecer como eje de la acción política del socialismo mexicano la noción de proyecto nacional alternativo" (en Zócalo Rojo, Op. cit., p. 11-12). Se discutía sobre las posibilidades de "una nueva sociedad rural" y la defensa de los recursos naturales, sobre el diálogo entre cristianos y marxistas y la situación de los indígenas, sobre los contenidos de una nueva reforma política y la necesaria libertad y democracia en los sindicatos, la emancipación de la mujer, los problemas de la educación y "el socialismo al que aspiramos" (A. Martínez Verdugo, El proyecto socialista, editorial del Comité Central, 1983, 323 págs).

Hace un cuarto de siglo, en la elección presidencial, el PSUM y Arnoldo Martínez Verdugo obtuvieron 821 mil 995 votos, el 3.48 por ciento


Powered by ScribeFire.

REFORMA | 6 de Mayo de 2007

Sólo a Roger Bartra, esa ave rara en la izquierda mexicana, podía habérsele ocurrido convocar a un seminario para analizar el futuro de la izquierda y la democracia, visto no como un binomio armónico y natural sino como una relación difícil y, a menudo, contradictoria. El seminario tuvo lugar, a lo largo de varias semanas, en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. No es la primera vez que Bartra -sociólogo, antropólogo y ensayista, antiguo miembro del Partido Comunista y alguna vez director de El Machete- adopta posturas de sana y desconcertante heterodoxia. Un caso memorable en ese sentido fue su invitación a Octavio Paz para debatir sus ideas liberales con Luis Villoro, Carlos Monsiváis y el propio Bartra, en un acto que tuvo lugar en 1980, en el propio instituto (dominado entonces por el dogma marxista). Casi tres décadas después, el pasado 30 de abril, Bartra me invitó a cerrar el ciclo. Mi tema fue el "Desencuentro entre el liberalismo y la izquierda".

Para abordarlo, en lugar de un acercamiento teórico preferí un enfoque biográfico e hice referencia al desencuentro entre Octavio Paz y la izquierda. Cuando lo conocí (en 1976) Paz llevaba años de querer entablar un debate respetuoso, serio y profundo con la izquierda, o con las izquierdas, sobre los grandes temas: la URSS, China, Cuba, la herencia del socialismo, el sentido de la libertad, el papel del Estado, la idea de Revolución, etc... La posibilidad de ese diálogo fue, estoy seguro, una de sus obsesiones, de allí que la invitación de Bartra lo entusiasmara tanto. Pero esa golondrina no hizo verano. Tras aquel encuentro volvió el ninguneo, el insulto, la descalificación. No obstante, Paz siguió porfiando. La raíz de su insistencia era clara: como si se hablara a sí mismo -al joven que había sido en los años treinta- quería persuadir a los militantes sobre las equivocaciones conceptuales, las vastas lagunas de información y las graves complicidades morales en que incurrían. Con ese propósito, en 1990 concibió (junto con sus colaboradores) el "Encuentro Vuelta: La experiencia de la libertad". El resultado fue alentador en términos de público y lamentable como puente de comunicación. Un sector importante de la izquierda declaró que los participantes formábamos parte de la "internacional fascista".

Recuerdo la indignación de esos autores (Cornelius Castoriadis, Ferenc Fehér, Agnes Heller, Ivan Klíma, Leszek Kolakowski, Norman Manea, Adam Michnik, Czeslaw Milosz, Tatyana Tolstaya, Hugh Trevor-Roper, Daniel Bell e Irving Howe, entre otros) al enterarse de los ataques. Vale la pena transcribir una parte de su respuesta pública:

"En la jerga estalinista, heredada por varias sectas de izquierda, todo el que luchó contra la esclavitud, la tortura, la censura y la tiranía, es automáticamente fascista. O sea: un fascista es aquel que luchó contra esos horrores en todas partes, en lugar de distinguir entre tortura de derecha y tortura de izquierda o entre esclavitud progresista o esclavitud reaccionaria. En esta lógica, a personas que fueron víctimas tanto del nazismo como del comunismo -éste es, precisamente, el caso de muchos de los participantes en el Encuentro Vuelta- se les ha llamado una y otra vez fascistas. Para todos esos estalinistas, maoístas, castristas, que lamentan con histeria el derrumbe de las tiranías comunistas, fascistas equivale aproximadamente a liberal. Según ese criterio; Koestler, Silone y muchos otros defensores de las libertades cívicas y de los derechos humanos fueron fascistas. De todo esto se desprende que los participantes en el Encuentro Vuelta no estamos en mala compañía. Denunciamos ante la opinión pública mexicana ese mal disimulado residuo de la mentalidad y de la actitud estalinista, en gente que no ha aprendido nada...".

Al final de su vida, a pesar de la caída del Muro de Berlín y la adopción casi universal de los valores democráticos que había predicado, Paz -me consta- se sentía desencantado. La izquierda nunca respondió a su llamado: algunos lo vejaron (recuérdese el episodio de la quema de su retrato frente a la embajada estadounidense, en 1984, cuando se atrevió a pedir elecciones abiertas en Nicaragua), otros lo admiraron de manera vergonzante (en secreto, de lejos), pero muy pocos quisieron en verdad dialogar con él. Lo cierto es que Paz ganó muchas batallas (la del público lector, y la más amplia de la libertad y la democracia), pero la batalla más importante para él en términos biográficos, esa batalla la perdió. Sus sordos y ciegos malquerientes la perdieron también.

A casi diez años de la muerte de Paz, el panorama no es halagador. El fugaz acercamiento de la izquierda (partidaria, académica, intelectual y periodística) a las posiciones liberales ocurrió durante la fase final de la lucha contra el autoritarismo del PRI. Después sobrevino el neozapatismo -nuevo despertar del desvarío revolucionario- y, apenas el año pasado, la idolatría del caudillo. Con todo, estoy convencido de que México necesita con urgencia una izquierda moderna y la razón es clara: sólo desde una legitimidad de izquierda el país puede reformar de fondo, y de manera definitiva, su estructura política y económica. Si la izquierda se reforma el país se reforma. Si la izquierda se moderniza el país se moderniza. ¿Es impensable un reencuentro de la izquierda con la tradición liberal?

Al abrir su exposición, Bartra mencionó que, semanas atrás, Paco Ignacio Taibo II se había referido a Octavio Paz como "un gángster" a quien "odiaba". Por lo visto, Taibo "no ha aprendido nada". Si ésas son las actitudes que prevalecen en la izquierda frente a los exponentes del pensamiento liberal, no hay esperanza. Pero en los rostros y las preguntas de los jóvenes que participaron en el Seminario entreví una actitud opuesta: atención, seriedad, civilidad, curiosidad, tolerancia, pluralidad, interés genuino por escuchar las opiniones ajenas y por buscar la verdad. Ellos sí han aprendido. En ellos está la esperanza.


Blogger Template by Blogcrowds


Copyright 2006| Blogger Templates by GeckoandFly modified and converted to Blogger Beta by Blogcrowds.
No part of the content or the blog may be reproduced without prior written permission.