"El mundo, menos EU, condena matanza de Israel en Líbano"
Agencias en Beirut
30 de Julio de 2006
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La jornada más sangrienta desde que comenzaron hace 19 días, los bombardeos israelíes sobre Líbano cobró ayer la vida de 57 personas, en su mayoría mujeres y al menos 37 niños, muchos con minusvalías, según denunció la Cruz Roja, que se refugiaron en un edificio de Qana, localidad donde la Biblia ubica el primer milagro de Jesús (las bodas de Caná) y tristemente célebre porque en ella murieron 119 civiles en 1989, durante otra operación de castigo de la aviación israelí sobre su vecino del norte.
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Reflexión del día de hoy
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Fragmento
Como lo decía, esta amiga cree que si no duerme intranquila a causa de las desaveniencias causadas por la salud emocional - mental del Señor López y secuaces, es porque simplemente ella no tiene que lidiar directamente con ellos.
Yo creo que la razón es aún más profunda. Tan es así que en honor a la verdad yo he tenido más de 3 noches de intranquilidad a causa de la guerra en Medio Oriente. Es más, en estos momentos mientras usted lee este artículo, a pesar de que le hablo de los rollos del Señor Púber Perpétuo de Tabasco, usted no puede sacar de su mente la brutal imagen publicada en el encabezado de esta nota de opinión que explica el por qué accedió al fin Israel a un cese temporal de dos días al fuego.
Creo que lo que pasa es muy claro, en Medio Oriente la poca fe que se tenía en el ser humano está siendo aniquilada a cada niño minusvalido masacrado, mientras tanto en la Peje-Cueva "Santos Actos de Megalomanía, PEJE", el Señor López y compañía planean sus "estrategias" para jugar bien su juego de tercera, donde AMLO pueda confirmarse como "Mesías", sus secuaces vean más de cerca un posible "hueso" y otros (pocos) más, se convenzan, aunque cada vez se les haga más dificil, que en verdad están luchando por una causa justa.
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- ¡Qué irresponsabilidad!
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Grita la Adry cuando escucha la pregunta retórica de AMLO sobre un tapanco en el Zócalo de la Ciudad de México este 30 de Julio.
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Sin embargo a mi me ocupan otros pensamientos más allá de la graciosa y periciosa acción del Santo Señor de los Bananos para que una pregunta retórica parezca más bien un plebiscito express que le dará indudablemente la razón.
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- ¿Quieren que sigamos?
- ¡Si! - contestan fervorosos los 900 mil asistentes (que por la gracia del Santo Niño de Macuspana, multiplicador de las cifras, se convirtieron en 2 millones en documentos de la Coalición). O eso fue lo que aparentemente sucedió.
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Acto seguido pide que levante la mano aquel que no esté de acuerdo con que las medidas que propone el líder, y nadie lo hace, todos firmes como soldaditos.
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Es aquí cuando viene a la imagen de mi misma en un mítin, en medio del Zócalo Capitalino, rodeada por 900 mil fervorosos followers del PEJE... Ni yo misma, con lo antiAMLO que soy hubiera levantado la mano negándome a que nos quedásemos en asamblea permanente.
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Ahí estaría la Albita "si todos juntos como hermanos a pernoctar con las patas pa la cabecera! A colgarnos con diablitos! A dejar casa y empleo!". Para irme ese mismo día de regreso para mi casita, como muchos asistentes al mítin lo hicieron y como muchos Amigos de AMLO prefirieron hacer.
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Es como si a un grupo de fans del TRI Alex Lora les pregunta que si quieren otra, pues si "otra, otra", pero la mitad seguramente se irá yendo a sus casas ahí dependiendo de la hora en la que su 'amá le cierre la puerta, pero si que toquen "otra, otra" ahi para la banda que si se queda.
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O ¿qué te va a decir tu abuelita si le preguntas si estás guapa?... ah, verdad; te contesta lo mismo o quizás con menos furor que lo que te contesta el novia al que no le has querido soltar prenda en 2 semanas.
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Los resultados de esta pregunta con matices de chantaje se están viendo ya en los campamentos vacíos de Reforma, en las opiniones de diversos Amigos de AMLO que condenan el cierre de calles. Y después de estos desmanes, después de que AMLO quebranta la ley, chantajea, se oculta en lo que "dice el pueblo", le hace perder lana a los hoteleros, si ganaes ¿quién va a estar de su lado?. Que le aproveche su asamblea permanente, Señor López.

- ¡Qué irresponsabilidad!
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Grita la Adry cuando escucha la pregunta retórica de AMLO sobre un tapanco en el Zócalo de la Ciudad de México este 30 de Julio.
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- ¿Quieren que sigamos?
- ¡Si! - contestan fervorosos los 900 mil asistentes (que por la gracia del Santo Niño de Macuspana, multiplicador de las cifras, se convirtieron en 2 millones en documentos de la Coalición)
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Adry tiene un punto en esto de la "irresponsabilidad". Pocas son las veces en las que asume que es él y nadie más que él quien dice lo que dice, casi siempre busca con quién apapachar sus discursos y respaldar lo que promete, lo que critica.
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En entrevista con López Dóriga, a la pregunta de "¿hasta dónde llevarás esto?" el Señor López dijo "Hasta donde quiera la gente". Y eso es lo que nos hace creer en cadena nacional preguntándoles "¿nos quedamos?". Cualquier cosa que pase, que esperemos no llegue a mayores, va a tratar de echarle la bolita a los que ahora duermen en el Zócalo y se roban la luciérnaga con diablitos.
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Con Adela Micha, ella le preguntó cual era su opinión sobre las sociedades de conviviencia y volvió a su guarida "ahi sí sería lo que la gente pida". El hombre no se compromete con nada él mismo ni con la gente si no tiene alguien a quién echarle la culpa luego.
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¿Es así como el Señor López pretende gobernar? Somos ignorantes y no tengo la obligación de saber nada de cómo gobernar un País, por eso voté por mi candidat@ y le voy a pagar al monigote que quede en la silla con mis impuestos, para que gobierne para mi. Reitero mi ignorancia en macroeconomía, no me pida en una encuesta que le diga yo a usted cómo resolver el problema de México en esta materia, si llegase a ser Presidente.
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AMLO es un incompetente y un irresponsable, lo primero porque hasta para una movilización ilegítima se necesita mucha pericia para que salgan bien las cosas y lo segundo, porque mientras que sus movimientos se enfilan claramente a una satisfacción personal que no repara en daños a terceros, se está llevando entre las patas a sus propios seguidores, que a estas alturas nada mas me dan pena de la buena (no de la de "te lo dije" sino de la de "chale, hermano").
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Pero pues a fin de cuentas... que le aproveche Señor López, si cosecha lo que se siembra.

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Durante la campaña electoral para Presidente Municipal de mi ciudad en el año 2000, apoyé a la candidata del PRD a cal y lodo, como le llaman por ahí. Mi decepción fue tan soberbia que me sentí mal físicamente 4 días cuando supe que, de nuevo, el candidato del PAN había ganado de "muertito" y mas ahora, sobre esta gran mujer que para mi fue Malú Micher. Además de ser inteligente y preocupada por la sociedad, tenía un buen diagnóstico de lo que sucede en mi ciudad, cosa que a la fecha ningún otro político parece saber. Agregado a lo anterior, tenía un ingenioso y agudo sentido del humor: recuerdo durante un debate
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- ¿Dónde vas tú Malú? ¿Dónde te sientas?
- A la izquierda, compañero, yo siempre voy a la izquierda
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Yo vi llorar a Malú de impotencia por perder ante un candidato que se colgó todo el tiempo de la campaña Federal, que no debatió, que no hizo campaña casa por casa, que ni siquiera me acuerdo cómo se llama aunque fue alcalde de mi ciudad.
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Es por ello que cuando veo gente tan comprometida con la causa del Señor López pienso en mis momentos en los que apoyé a una queridísima persona, y también entiendo el dolor que causa cuando un amigo o familiar te señala los defectos de tu "gallo", defectos que le están llevando a un desvío del camino. Duele porque en principio uno aprecia sus virtudes, pero sobre todo lastima darse cuenta que aquellos defectos son reales, y que además, no son compatibles con la idea clara inicial de "candidato perfecto", es decir, que estos defectos ponen en riesgo la confianza que uno le da a esta persona.
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Estas revelaciones llegan con mucho sufrimiento, con tanto dolor como cuando un gay sale del closet ante el espejo, diciéndose a sí mismo "acéptalo"; duele tanto como cuando una adolescente decide conservar al bebé que está esperando y reconoce que no será fácil; duele tanto como cuando entiendes que quizás aquella vez que tu madre actuó con egoísmo no era un acto de amor que luego entenderías cuando tuvieras tus hijos, sino un acto llano de egoísmo que solamente le le trajo beneficios a mamá, porque eso también duele, mamá es un ser humano mezquino como otros más.
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Todo este sufrimiento es de purificación, generalmente nos otorga cierta libertad hasta entonces desconocida, no sólo en forma, sino hasta en concepto. Es como el dolor de parto, que también al bebé duele el acto de salir de este lugar tibio, pero que ya no lo será por más tiempo y simplemente necesita nacer. Y si, que dulce dolor es el que da la libertad, que dulce es la libertad cuando viene luego de mucho dolor.
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Es por ello que en ocasiones entiendo a la gente que sigue creyendo en AMLO, porque simplemente en este País, acostumbramos quedarnos en el closet, preferimos dejar los bebés no deseados en el basurero, y creer que mamá siempre será la bondadosa cabezita blanca, cuyas peticiones a veces son incomprensibles pero injuzgables. Prefieren quedarse en el vientre de la madre, aunque ello pudiera causar a todos los invoulucrados una septicemia o una muerte lenta por asfixia.
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Entiendo lo que debe doler para los AMLO fanáticos el hecho de empezar a sentirse usados, estafados; empezar a oler a podrido a los alrededores, buscar de reojo la fuente de la peste y notar que viene de esas acusaciones indiscriminadas de confabuladores a cualquiera, hasta a los mismos simpatizantes o compañeros de lucha; apesta
acudir a las referencias bibliográficas y reconocer que "izquierda" no cuadra muy bien AMLO, y que sin embargo en la definición de "facista", parece haber más coincidencias en las filas propias que en el bando "acusado" (dígase también PAN).
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Por otro lado, esta lucha entre creer en "mamá" como una santa cabecita blanca víctima de un complot mundial, y verla como un ser humano capaz de chantajear emocionalmente, manipular, espantar, amenazar, quitar permisos de ir al cine, solo para sus intereses y satisfacciones personales, ha provocado que la renuencia al diálogo intenso y serio de algunos AMLO fanáticos se agudice aún más y se empieze a presentar en otros que hasta el momento no la presentaban en su cuadro.
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Se ha vuelto insostenible una charla de defensa al PEJE para ellos, y prefieren mejor recurrir a la ridiculización, a la manipulación, mis-interpretación y exageración de las palabras del otro, hacerse las víctimas, huir graciosamente para evitar el diálogo, o marchar en el Zócalo. Otro indicador de que saben que ya no tienen argumentos para negar que AMLO no está actuando ni comportándose bien, es el uso indiscriminado de sus frases de cajón "¿en qué te basas…?" y "esto es parte de una Guerra Sucia", dicho sea de paso, Guerra que si bien podría decirse "existente" dudo que sea la causante de su derrota, ¿saben? La gente ya no es tan tonta.
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Hay muchos AMLO fanáticos que desde el "closet" de la iluminación saben quién es el Señor López sin haber visto el documental de Mandoky, saben que la paranóia se puede diagnosticar a distancia (aunque lo dude la Loaeza), y saben que su destino es innegable, inneludible, próximo. Saben que tendrán un día que salir del closet y decir: "Mamá, Papá, no creo más en el PEJE".

INDICADOR POLITICO

Carlos Ramírez


Cuando el gobierno de Fox usó algunas imágenes de Heberto Castillo para el video que se transmitió el pasado 2 de julio en el mitin del Angel de la Independencia, la viuda del militante y combativo profesor universitario se desgañitó porque se manchaba la herencia de lucha. Fue la misma Teresa Juárez de Castillo que fue usada por Andrés Manuel López Obrador como representante en la sesión de desafuero del Congreso, aunque al terminar su discurso el jefe de gobierno abandonó el recinto y dejó plantada a la señora.

Lamentablemente para ese tipo de personalidades que fueron compañeras, su papel no es ideológico ni político sino simplemente de escort, de acompañante. López Obrador ha decidido manipular la imagen de Heberto Castillo a su favor y a través de su viuda. Sin embargo, a la hora de las definiciones López Obrador siempre desdeñó a Heberto. Por ejemplo, en abril del año pasado, López Obrador no asistió a la ceremonia en la que se depositaron los restos de Heberto en la Rotonda de los Hombres Ilustres.

Flaco favor le hace la señora Teresa Juárez viuda de Castillo a la memoria política de su marido. Por lo pronto, desconoce la coherencia ideológica de Heberto, sin duda uno de los luchadores sociales más puros y más coherentes. Mientras Heberto venía de la izquierda, López Obrador había surgido de las marchas de protesta. Heberto funcionaba a través de ideas; López Obrador, de la agitación social. Heberto era claro en sus definiciones; López Obrador, proclive al acomodamiento.

De ahí que Heberto Castillo, en un demoledor artículo publicado en la revistas Proceso 1023, del 10 de junio de 1996, haya calificado a López Obrador --durante la competencia por la presidencia del PRD-- de lombardista, es decir, el adjetivo que se usaba para aquellos personajes de izquierda que se sometían al poder oficial y se subordinaban al presidencialismo. Castillo se refirió a una declaración del tabasqueño de buscar un pacto --como si el PRD fuera el PPS de Lombardo Toledano-- con el presidente Zedillo para salvar a México. Heberto escribió: "sorprenden los bandazos del candidato López Obrador".

Ahora la señora Teresa Juárez viuda de Castillo se olvida de la herencia ideológica de su marido y de su defensa de las ideas para acomodarse como madrina del López Obrador que depreció a Heberto. Y sobre todo, se ha prestado a la manipulación que el jefe de gobierno ha hecho de ella. La utiliza sólo como presencia, sin un respeto u homenaje a la propuesta ideológica de izquierda --de verdadera izquierda-- del profesor universitario y fundador del Partido Mexicano de los Trabajadores.

Lo interesante del texto de Heberto Castillo fue que desde 1996 ya sabía los perfiles autoritarios de López Obrador. Heberto lo acusó de pactar con Zedillo a espaldas del PRD y de su consejo nacional. Asimismo, dijo que "él (López Obrador) ya se sabe presidente del partido, y como tal, siguiendo la tradición implantada por sus antecesores, puede imponer al partido sus decisiones". Y por al apoyo al gobierno, Heberto calificó a López Obrador de lombardista y al PRD del tabasqueño de PPS, un partido "de leal oposición al gobierno".

Ese López Obrador es ahora protegido de la señora Teresa Juárez viuda de Castillo, aunque sea sólo como parte de una estrategia de alianzas que no responden a afinidades ideológicas.

Pero la viuda de Castillo no es la única que ha sido cooptada por la campaña de López Obrador. En su carta de junio sobre "La (imposible) ¿geometría? del poder en México", el subcomandante Marcos mandó un mensaje muy directo contra intelectuales y luchadores sociales que se habían sumado al proyecto salinista de López Obrador. Escribió el jefe del EZLN: "el mismo caos ideológico que reina en la clase política mexicana, pero no tardará en hacerse evidente. Tal vez por ese ocultamiento, algunas intelectuales, además de destacadas luchadoras sociales, le proporcionan su cálido aliento al huevo de la serpiente que hoy anida en el gobierno de la ciudad de México".

El mensaje tenía dos destinatarias: la escritora Elena Poniatowska y la luchadora social Rosario Ibarra de Piedra. La crítica de Marcos fue muy severa porque las acusa de incubar a un líder autoritario. Las dos, por cierto, fueron muy activas promotoras del zapatismo en años anteriores. Aunque como suele ocurrir, intelectuales y luchadores sociales encontraron en López Obrador la oportunidad de llegar al poder, sin la coherencia de un programa ideológico sólido. Marcos y la realidad misma del país han revelado a López Obrador no como un dirigente social sino a un político montado sobre el oportunismo de las encuestas de popularidad. Los intelectuales se han olvidado de las ideas y se han quedado venadeados por las encuestas de popularidad casi como maldición gitana.

El problema, sin embargo, es de proyecto. Y ahí los "cincuenta puntos para la recuperación del orgullo nacional" de López Obrador han confirmado la acusación de Heberto Castillo de que el tabasqueño es un lombardista que no busca el cambio real. En su texto de 1996, que sin duda debería releer su viuda para honrar el pensamiento de izquierda de su marido y no sumarlo a la cargada populista estilo PRI, Heberto había dado el primer campanazo de alarma de cómo López Obrador --ahora con Manuel Camacho y Marcelo Ebrard como sus Córdoba Montoya-- iba a desviar al PRD de su rumbo político:

"Quienes hemos luchado toda la vida por construir un partido capaz de vencer al PRI y al PAN para ser gobierno no podemos aceptar estos planteamientos (de López Obrador aliado a Zedillo) y cuando los escuchamos, vislumbramos acuerdos oportunistas con funcionarios de gobierno para facilitar el arribo a la dirección del partido de un grupo que pretende mantener indefinidamente su control sobre el PRD".

Este es el verdadero Heberto Castillo y no el que ha traicionado su viuda al sumarse a López Obrador no por ella sino en nombre de su marido.

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Alucinaciones postelectorales

Bertrand de la Grange
La Crónica de Hoy

Viernes 28 de Julio de 2006

Hora de publicación: 02:40

Desde el 3 de julio, no doy crédito a lo que leo en los periódicos, oigo en la radio o veo en la televisión. Un sector de la izquierda, encabezado por ex priistas, y varios de sus intelectuales orgánicos parecen haber perdido la cordura en su afán por llegar al poder a costa de las instituciones democráticas e insultando a la inteligencia de los ciudadanos. Alucino cuando veo a Elena Poniatowska "tomándose" las instalaciones de Banamex (ya no se disfraza de zapatista encapuchada, con todo y fusil de caza). Me asombran los comentarios despectivos de Carlos Monsiváis sobre Patricia Mercado, a quien niega el derecho a la existencia política sólo porque le hizo sombra al "candidato de los pobres", que finalmente no lo era tanto, según revelan los análisis de distribución del voto. No he visto, en cambio, ninguna condena firme de esos intelectuales a la integración en las filas del PRD de varios ex priistas que hicieron carrera al servicio de la "dictadura perfecta" (los Manuel Camacho, los Arturo Núñez o los José Guadarrama) y que se han convertido milagrosamente en adalides de la democracia. Sin embargo, esos disparates no son nada en comparación con lo que llegaría después, cuando quedó claro que el objetivo de Andrés Manuel López Obrador no es "limpiar" la elección, sino anularla y negociar la designación de un presidente interino a su medida.

Todo empezó como un rumor, convenientemente reproducido por algunos columnistas. Ahora sabemos que el candidato de López Obrador, en el caso de que el Tribunal Electoral no le regalara una estancia de seis años en Palacio Nacional, es el ambicioso y siempre ambiguo rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente. Lo ha dicho el tabasqueño Arturo Núñez, que ha dado el salto del PRI al PRD para conseguir un escaño de senador. En una demostración de cinismo poco común, el paisano de López Obrador ha declarado a la revista Proceso que "uno no puede dejar de asumir que una consecuencia posible del recuento total podría ser la anulación." Y, si esto ocurriese, el Congreso tendría que designar a un presidente interino, tal y como lo hizo en 1911 (y de nuevo en 1928, a raíz del asesinato de Álvaro Obregón), cuando el país estaba en un proceso revolucionario. Algunos ideólogos del PRD aseguran que México vive hoy una situación excepcional y potencialmente explosiva que se debe aprovechar para realizar una profunda reforma del Estado, un "cambio de régimen", y pasar de un sistema presidencial a un régimen semiparlamentario, donde el gobierno se forme a partir de una mayoría en el Congreso. Detrás de estas elucubraciones se esconde la obsesión del candidato de la izquierda por llegar al poder a cómo dé lugar. De haber ganado el 2 de julio, De la Fuente habría sido su secretario de Gobernación; con la nueva estrategia, sería el presidente interino encargado de preparar en dieciocho meses una nueva elección (¿de Estado?) y el triunfo del tabasqueño.

Todo eso suena a fantasía, pero sus promotores dan señales de que se lo están tomando en serio. Saben que es muy poco probable que el Tribunal revierta los resultados del IFE y declare vencedor a López Obrador. Las manifestaciones gigantescas en el Zócalo y las presiones políticas podrían, en cambio, impresionar a los magistrados y llevarles a anular la elección presidencial. Si el tabasqueño logró crear un escándalo mayúsculo a partir de pruebas falsas, como la famosa urna "taqueada" en Salamanca, ya nos podemos imaginar lo que montará cuando el recuento, parcial o total, del Tribunal descubra miles de inconsistencias o de errores de cálculo en las actas. Esos errores y, quizá, algunos casos aislados de fraude, no afectarían al resultado final, porque se repartirían entre ambos candidatos en la misma proporción. Sin embargo, sería el argumento buscado por López Obrador para confirmar que la elección fue un "cochinero" y pedir su anulación. Dudo que lo logre, pero no me sorprendería que lo intentara.

Lo más sorprendente es que un viejo zorro de la política como Arturo Núñez pueda pensar que el rector de la UNAM recibiría el apoyo mayoritario del Congreso para llegar a la presidencia interina. El PAN y el ala cardenista del PRD no votarían por él.. En cambio, Cuauhtémoc Cárdenas sería el candidato "natural", pero es la peor opción para López Obrador, que se ha dedicado en los últimos años a anular políticamente al michoacano. Se comenta que Cárdenas no estaría interesado. Es posible, pero se decía lo mismo de Charles de Gaulle, quien se había puesto "en reserva de la República" poco después de la Segunda Guerra mundial, hasta que lo llamaron, en 1958, para sacar a Francia de una profunda crisis política.

Mientras la grilla y la política ficción se dan la mano al barajar escenarios rocambolescos, que incluyen la "mediación de la Iglesia", López Obrador se invita a los noticieros, donde divaga en interminables monólogos sobre la "resistencia pacífica" y asegura que él es "presidente de México por voluntad de la mayoría". Después de una breve ausencia de la televisión, López Obrador ha reaparecido y se le ve de nuevo más que a Felipe Calderón. Digo "de nuevo" porque el IFE acaba de publicar el balance final de la propaganda electoral de los partidos entre el 19 de enero al 28 de junio, y López Obrador aparece como el candidato con mayor presencia en la pantalla chica, muchísimo más que sus contrincantes. Esto desmiente las afirmaciones de algunos sesudos analistas que publican sus comentarios en medios extranjeros, donde han asegurado que Calderón había copado los anuncios televisivos y que el proceso electoral del 2 de julio había sido "el más lodoso de la historia de México".

No se le puede negar al candidato de la izquierda su capacidad para movilizar a millones de personas. La manifestación de este próximo domingo será sin duda un éxito. Sin embargo, López Obrador se está transformando en su principal enemigo y, cuanto más se le ve o se le oye, peor imagen ofrece. Sus amagos y su arrogancia sólo gustan a los sectores radicales, pero asustan a los moderados que han votado por él y que irán alejándose poco a poco. La decisión del Tribunal Electoral será clave para tranquilizar las aguas o, al contrario, para complicar aún más el panorama si los magistrados dieran la impresión de ceder a las presiones políticas. El interinato, la mediación de la Iglesia o cualquier otra forma de negociación de los votos serían un retroceso de nefastas consecuencias para la transición democrática. El veneno se inoculó en el momento en que se puso en duda la imparcialidad del IFE. Lo explica muy bien el ex presidente de ese organismo, José Woldenberg, cuando dice: "Lo que sí me preocupa es que se está inyectando en la sociedad la idea de que el fraude electoral es posible". Es sin duda lo más grave en la crisis actual, porque las instituciones democráticas no pueden funcionar en un clima de desconfianza.

bdgmr@yahoo.com

De líderes y seguidores

Soledad Loaeza
La Jornada

Jueves 27 de julio de 2006

Con todo respeto, para utilizar una de las fórmulas favoritas de Andrés Manuel López Obrador, y con base en un recuento incluso aproximado de los votos que recibió en la elección presidencial, ni siquiera 65 por ciento de los mexicanos respondemos en forma positiva a su forma de hacer política. Para muchos su liderazgo es un enigma. El estilo de AMLO escapa a las tipologías tradicionales de los líderes políticos mexicanos. No es la figura paternal ungida de solemnidad y silencios significativos que evoca el general Cárdenas; tampoco es el orador grandilocuente en que se convirtió Luis Echeverría cuando llegó a la Presidencia de la República para denunciar un pasado que también era el suyo, aunque algo de LEA hay en AMLO que se formó en esa escuela y cuenta hoy con el patrocinio de prominentes echeverristas. Tampoco es el líder propositivo capaz de vender una imagen de futuro como lo fue Carlos Salinas en su momento, si bien ahora más de uno quiere olvidar la fascinación que experimentó ante la certeza y capacidad de decisión del hoy innombrable. En este caso la presencia de tanto salinista en el entorno de López Obrador revela, más que una afinidad de estilos, un encuentro fortuito de intereses.

Muchos son los que ven en el éxito de López Obrador el efecto de un carisma: esa virtud inexplicable que posee un individuo que genera fe entre sus seguidores y que inspira en éstos la determinación de creer y hacer cualquier cosa que el líder carismático les pida creer o hacer. Puede ser. Pero el significado que hoy tiene la noción de carismático es tan equívoca y empobrecida como para atribuirse alegremente a los cantantes guapos o a cualquier simpático que ande por ahí.

El liderazgo de AMLO poco tiene de eso, en cambio tiene mucho de una política de masas moderna. Una que en lugar de mover las almas, como les gusta decir a los panistas, se propone mover las vísceras. Hasta ahora su instrumento más poderoso ha sido un discurso que provoca pasiones, sobre todo un sentimiento de indignación que no es difícil despertar en un país como México, donde la desigualdad, la pobreza y la corrupción naturalmente inspiran repudio y disgusto. Pero hay que añadir que también produce indignación el oportunismo de los antiguos priístas -varios nada menos que de Gobernación- que ahora desde el púlpito del PRD imparten lecciones de democracia; asimismo es más que irritante la irresponsabilidad de algunas celebridades que se abrazan al poderoso para ejercer la influencia que las urnas les arrebataron, así como es escandalosa la intolerancia y la mentira en boca de unos y de otros.

El liderazgo de López Obrador es nuevo en México, pero no del todo original. Tiene los rasgos del cesarismo que en el siglo XX en Europa y en América Latina encarnaron líderes autoritarios, como Juan Domingo Perón en Argentina o Getulio Vargas en Brasil, que llegaron al poder cuando la universalización del sufragio trajo la irrupción de las masas en la política. En México este fenómeno se ha producido tardíamente, cuando el nuevo sistema electoral, al garantizar comicios limpios, impulsó el voto de decenas de millones de ciudadanos, al mismo tiempo que demandaba formas de hacer política distintas a las del corporativismo cardenista que subordinaba la identidad del ciudadano a la del obrero, el campesino o el intelectual.

El tipo de liderazgo político que ha construido AMLO se asemeja al que desarrolló Evita Perón, no por cierto la habilidad discursiva, sino su capacidad para erigirse en una suerte de pararrayos de la tensión social. Al ostentarse paladín de los pobres y hacer de la denuncia antielitista eje de su propia pasión, López Obrador quiere investirse ante todo de la rabia que, según él, debe incendiar el corazón de los millones de mexicanos que a diario sufren la humillación de la pobreza. Por esta misma razón, y al igual que Evita, inspira encendidos sentimientos de reverencia o de rechazo igualmente vehementes. Como otros líderes cesaristas que lo precedieron, AMLO ofrece un ejercicio personalizado y centralizado del poder, una relación directa entre él y la gente, la movilización ininterrumpida, el plebiscito permanente, una situación sostenida de excepción; y al igual que muchos de esos líderes cesaristas, utiliza las instituciones democráticas para destruirlas, porque si llegáramos hasta donde los lopezobradoristas nos quieren llevar sólo ruinas quedarían de lo que habría sido una efímera experiencia democrática.

Las tácticas de AMLO para mover a la indignación son ahora bien conocidas: reuniones multitudinarias dominadas por la emoción colectiva, exacerbación de los ánimos mediante la satanización machacona de personajes o decisiones impopulares, construcción de un universo binario en el que él y los suyos representan el bien y todos los demás el mal. En el mundo incierto de los inicios del siglo XXI, López Obrador ofrece las irrebatibles certidumbres de un hombre poseedor de una verdad que no reconoce ningún principio de realidad, pues poco importa si para imponerse incurre en exageraciones descabelladas, en inconsistencias, inexactitudes o contradicciones. En el discurso lopezobradorista lo mismo se defiende el voto que se desconocen los votos emitidos; al igual que se habla de la defensa de las instituciones se propone pasar por encima de ellas para llegar a un acuerdo político -que equivale en el fondo, muy al estilo salinista, a sugerir una macro concertacesión-, o se afirma en forma contundente que el objetivo no es la anulación de la elección, pero se hace todo para que se imponga por la fuerza de los acontecimientos.

Si entender el liderazgo carismático siempre plantea dificultades, porque involucra una dimensión de subjetividad, prácticamente impenetrable, descifrar a los seguidores es peor que eso. Los más humildes tienen razones objetivas para dejarse convencer por un político que les ofrece el mejoramiento inmediato de sus condiciones de vida -lo último que les importa es saber de dónde va a salir el dinero que les promete. Sin embargo, resulta indescifrable el embeleso que se ha apoderado de aquellos que viven en el mundo de las ideas y del conocimiento, y que parecen estar dispuestos a dejarlo todo para seguir al líder con la fe ciega del converso. Tampoco sería ésta la primera vez que intelectuales sucumben a la seducción irresistible del líder popular. Pero, dadas las penosas consecuencias de esta experiencia, cabe preguntarles: ¿y luego?

La Locura

Ezra Shabot
Reforma
28 de julio de 2006


Los intelectuales orgánicos se incorporan a la masa que obedece ciegamente consignas sin medir las consecuencias. Perdieron la elección y la razón


La lucha por el poder tiene características que en ocasiones derivan en la pérdida de la razón y en una abstracción de la realidad propia del pensamiento totalitario. La derrota en un proceso electoral enormemente competido pone a prueba las instituciones de la democracia, pero también el temple y la responsabilidad de aquellos políticos que, sintiéndose seguros ganadores, se ven obligados a enfrentar una realidad adversa. La candidatura de López Obrador se fue construyendo desde el 2000, cuando su triunfo en la capital del país se combinaba con una derrota estrepitosa de Cuauhtémoc Cárdenas y con ello concluía el dominio de éste sobre su partido.

Toda la gestión de Andrés Manuel al frente del Distrito Federal estuvo guiada por la lógica de la candidatura presidencial. Las críticas a Fox, la construcción del segundo piso del periférico junto con una buena dosis de corrupción por parte de los constructores, su defensa frente a los videoescándalos, los apoyos a traficantes de arte convertidos en beneficiarios del presupuesto capitalino, y el desprecio por la ley en el caso del desafuero, todos y cada uno de estos eventos tenían en la mente de AMLO un solo objetivo: la Presidencia de la República. Poco a poco, fue copando los espacios dentro de su partido, convirtiendo el asunto de los videoescándalos en el instrumento idóneo para deshacerse de sus oponentes cardenistas, especialmente Rosario Robles.

De una u otra forma, Andrés Manuel se convirtió en el único factor de poder dentro y fuera del PRD. La torpe estrategia del gobierno de Fox al enfrentar el asunto del desafuero, no sólo reforzó la popularidad del tabasqueño, sino abrió las puertas de un proceso de gran riesgo para la sociedad mexicana en su conjunto: la construcción del culto a la personalidad y el martirio como proyecto político personal. A partir de este momento, la separación de la realidad se fue produciendo paso a paso. La teoría de la conspiración fue sustituyendo al principio fundamental de la lucha política en donde los adversarios hacen todo lo posible por desacreditar uno a otro, para finalmente llegar a acuerdos a partir de los resultados obtenidos en las elecciones.

Las fuerzas del bien, construidas alrededor de López Obrador, se enfrentaron una y otra vez a la conspiración de la derecha, Salinas, los ricos encabezados por Roberto Hernández, los medios de comunicación controlados por los privilegiados (a excepción de La Jornada, quien diariamente expresa la pureza de la verdad revelada por el caudillo) quienes, en un acuerdo secreto, pactaron la destrucción del representante de los pobres. Este pensamiento, que recuerda la lógica del nazismo y el estalinismo, tuvo su punto más álgido en el momento en que la elección presidencial le fue adversa al caudillo por menos de un punto porcentual.

En ese momento, a los conspiradores anteriores se les unieron los encuestadores, el IFE, los funcionarios y los propios representantes del PRD en las casillas, todos los comunicadores no dispuestos a repetir la consigna del fraude electoral, y próximamente el Tribunal Electoral.

La masa convocada en el zócalo, inflamada por el discurso del caudillo que le habla, le pregunta y recibe siempre la respuesta adecuada a sus deseos, entra en el proceso de enloquecimiento total. A este fenómeno de delirio colectivo, hay que incorporar a los intelectuales orgánicos incapaces de discernir entre la realidad y el deseo propio, y quienes, al carecer del más mínimo sentido de la crítica, se unen al coro de creyentes dispuestos a ofrendar su conciencia por la causa. En este escenario no hay lugar para aceptar responsabilidad alguna. Los que atacaron físicamente a Calderón lo hicieron, o por culpa del propio candidato de la derecha, quien no acepta el recuento voto por voto, o porque eran agentes infiltrados del enemigo.

Los mismos argumentos de los nazis cuando incendiaron el Reichstag y culparon a los comunistas. La locura ha llegado y puede destruirnos.

Otra izquierda

Sergio Sarmiento
Reforma
28 de julio de 2006


"No es el corazón lo que os falta, sino la cabeza".
Renan

Hubo un tiempo en nuestro país en que uno podía ser de "izquierda" sin ser antidemocrático. La izquierda mexicana, de hecho, tuvo un papel crucial en la construcción de la democracia en México. Estoy seguro de que los hombres y mujeres de izquierda que han luchado en nuestra historia para construir un país más libre y democrático llenarían muchas veces el Zócalo, que es lo que hoy parece estar de moda entre los políticos de esta tendencia. Pero sin importar su número, su ejemplo debería pesar poderosamente sobre todos los mexicanos.

Valentín Campa, el líder ferrocarrilero fallecido en 1999, podría parecer un paradójico héroe de la democracia por su pertenencia al Partido Comunista. Pero no hay duda de que lo fue. Encarcelado varias veces por su activismo, nunca perdió la fe en construir una vía electoral al poder. En 1976, cuando incluso el PAN se negó a presentar candidato a la Presidencia de la República, él fue postulado por el Partido Comunista (como candidato no registrado, al igual que el Doctor Simi). El Congreso convertido en Colegio Electoral se negó a validarle un solo voto. Tras la reforma electoral de 1977 que legalizó al Partido Comunista, Campa impulsó la unión de su agrupación con otras fuerzas para formar el PSUM que daría lugar posteriormente al Partido Mexicano Socialista y al PRD.

Gilberto Rincón Gallardo, también proveniente del Partido Comunista, ha enarbolado siempre la democracia como una de sus banderas. Encarcelado como Campa en el 68, luchador siempre por la construcción de un México de mayor justicia social, hoy cuestiona la trivialización de la larga y dolorosa lucha por la democracia que surge de las comparaciones entre el fraude de 1988 y las elecciones del 2006. Cuando hace unos días le pregunté directamente si él veía un fraude en estos últimos comicios, él respondió tajante: "No".

Cuauhtémoc Cárdenas surgió de las filas del PRI, partido por el cual fue gobernador de Michoacán, pero buscó un difícil camino en las filas de la oposición a partir de 1987. Fue candidato presidencial por el Frente Democrático Nacional en 1988. Las cosas no fueron fáciles en su campaña. No tenía ni dinero ni acceso a medios. Dos colaboradores cercanos, Francisco Xavier Ovando y Román Gil, fueron asesinados. Aun así, el ingeniero obtuvo un apoyo muy fuerte de la población. Quizá haya ganado incluso la elección. No lo sabremos nunca porque las irregularidades del proceso fueron innumerables. Pero la estatura como demócrata de Cárdenas se ratificó pronto. A pesar de lo injusto de la elección, de la información que sugería que había ganado y de su rechazo a las ofertas que buscaban hacerlo reconocer la legitimidad de la Presidencia de Carlos Salinas de Gortari, Cárdenas se negó a empujar al país al precipicio de la violencia.

Hay muchos otros héroes de la izquierda democrática en la historia de nuestro país. A Amalia García, también antigua militante del Partido Comunista, me ha tocado verla en muchas batallas. En ellas siempre terció su proyecto de impulsar políticas de beneficio social con la convicción de que al poder sólo se puede acceder por un voto democrático. Por ello pareció casi una burla que su contendiente priista en la elección de Zacatecas del 2004, José Bonilla, quien obtuvo el 35 por ciento de los votos contra el 48 por ciento de Amalia, haya acudido a los tribunales electorales para protestar el resultado. Al final fueron los magistrados, esos mismos que hoy habrán de determinar la validez de la elección presidencial, los que ratificaron su triunfo.

Muchos mexicanos pertenecen todavía a una verdadera izquierda democrática. Tienen respeto al voto, aun en los casos en que éste no los favorece, y muestran tolerancia ante las opiniones distintas a las suyas. Por eso inquieta tanto observar un movimiento de supuesta izquierda que desprecia estas virtudes.

Lo he señalado otras veces. Nadie cuestiona que se impugnen los resultados del 2 de julio en los tribunales: para eso, precisamente, tenemos estos cuerpos. No molesta tampoco que se señalen posibles errores o incluso fraudes en la elección. Preocupa que se hagan acusaciones falsas o que se presenten denuncias penales sin sustento contra los consejeros del IFE. O que alguien mantenga la posición de que sólo un resultado que lo favorezca puede ser legítimo.

Algunas voces de la izquierda democrática histórica se han levantado ya para cuestionar las actitudes antidemocráticas que hemos visto. Pero hay muchas voces dentro del PRD que en el pasado estaban comprometidas con la democracia y que hoy se mantienen calladas. Y es muy triste. Antes la izquierda no se avergonzaba de ser demócrata.

Casillas especiales
Muy pocas fueron las quejas de los ciudadanos o de los representantes de los partidos políticos el día de la elección. La mayor parte de las que se registraron surgieron de las casillas especiales, aquellas en que podían votar por Presidente los ciudadanos que estaban fuera de su distrito. La ley limita tanto el número de casillas especiales como el de boletas que puede tener cada una. Mucha gente que no pudo votar en ellas el 2 de julio dijo que el rechazo se debía a un fraude contra López Obrador. Hoy sabemos que en esas casillas especiales Calderón obtuvo el 42.54 de los votos contra el 37.35 por ciento de López Obrador. Si un candidato salió perjudicado por la limitación de boletas, fue Calderón.

Malas sumas


Sergio Sarmiento
Reforma
27 de julio de 2006

"Yo soy el presidente de México por voluntad de la mayoría".
Andrés Manuel López Obrador
Tengo la impresión de que al candidato presidencial de la alianza Por el Bien de Todos y a sus colaboradores no se les dan las matemáticas. Sólo así se entiende que en una entrevista al periodista Jorge Ramos de la cadena estadounidense de lengua española Univisión le haya dicho que es "presidente de México por voluntad de la mayoría". Esta misma falta de habilidad con las matemáticas puede explicar por qué Andrés Manuel y su gente han afirmado que reunieron a 1.1 millones de personas en el Zócalo el 16 de julio y que congregarán a cuando menos al doble este próximo domingo.
Durante su campaña electoral, López Obrador afirmó constantemente que tenía una misteriosa encuesta de opinión que lo ponía 10 puntos porcentuales arriba de su más cercano contendiente. Esto le habría dado una ventaja de más de 4 millones de votos sobre Felipe Calderón.
Sin embargo, el 2 de julio por la noche, el propio Andrés Manuel dijo que había ganado la elección no por 4 millones sino por sólo 500 mil votos, lo cual equivalía a poco más del 1 por ciento de los sufragios. La verdad es que perder 3.5 millones de votos en unos cuantos días habría sido un verdadero desastre político. Pero Andrés Manuel ni se inquietó ni ofreció explicación alguna. Quizá alguien había hecho mal las cuentas.
El problema es que ahora ni siquiera ese medio millón de votos de ventaja del 2 de julio aparece por ningún lado. La alianza Por el Bien de Todos seguramente tiene ya todas las actas de la elección en su poder. No se entiende por qué, para solucionar todas las dudas, sus colaboradores no presentan simplemente las actas que sumadas supuestamente le dan a López Obrador un triunfo por 500 mil votos en lugar de la derrota por 243 mil 934 votos que arrojan las actas que todos podemos consultar en la página de internet del IFE. ¿Será que a alguien no le salen las sumas? Y si las actas del PRD tienen cifras diferentes a las del IFE, ¿por qué no se dan a conocer las discrepancias acta por acta y la suma corregida?
Debe uno suponer que son las cifras de esas actas las que llevaron a López Obrador a autoproclamarse "presidente de México por voluntad de la mayoría" en su entrevista con Jorge Ramos. Hay que recordar que los perredistas han cuestionado que el IFE señale a Felipe Calderón como el "candidato ganador" o que Elba Esther Gordillo se refiera a él como "Presidente electo". Deben tener los miembros de este grupo, por lo tanto, una confianza absoluta en sus propias cifras y en el hecho de que éstas serán ratificadas por el Tribunal Electoral. Sólo así puede Andrés Manuel presentarse directamente como "presidente de México".
Ahora bien, ¿qué significa ser Presidente "por voluntad de la mayoría"? ¿Quiere decir que la mayoría de los 71.5 millones de ciudadanos empadronados votó por López Obrador? ¿Realmente podemos pensar que 36 millones de mexicanos, y no los 14.8 millones que dice el IFE, votaron por el perredista? O quizá Andrés Manuel se refiera a la mayoría de los 42 millones que votaron el 2 de julio, en cuyo caso debería haber obtenido 21.5 millones de votos. De todas maneras, las sumas tampoco cuadran: faltan 7 millones de votos para ello.
Tal vez lo que quiere decir López Obrador es algo distinto. Quizá ser presidente de México por "la voluntad de la mayoría" simplemente quiere decir que obtuvo "más votos" que Calderón. Lo que sea, incluso esto hay que demostrarlo de alguna manera. Y hasta ahora las sumas del PRD no cuadran.
Y por ello Andrés Manuel ha optado por "demostrar" su triunfo a base de grandes manifestaciones. En la del pasado 16 de julio nos dice que reunió a 1.1 millones de personas. Pero una vez más la suma parece equivocada.
La verdad es que según la información disponible, el Zócalo cuenta con una superficie de 34 mil 515 metros cuadrados. De ella, un 20 por ciento fue ocupado el 16 de julio por el templete y el camino que se dejó abierto en medio de la plaza para permitir el ingreso de los oradores. Esto significa que había unos 27 mil 612 metros cuadrados para los asistentes, que a cuatro personas por metro cuadrado nos da un total de 110 mil 448.
Vamos a suponer generosamente que, además de la gente en el Zócalo, se congregaron 80 mil personas en las calles de Madero, 16 de Septiembre, 5 de Mayo, 20 de Noviembre, Pino Suárez, 5 de Febrero (Norte y Sur) así como en el Hemiciclo a Juárez y en la torre del Caballito. Y seamos generosos una vez más y coloquemos a 40 mil más en el Paseo de la Reforma y en grupos que se retiraron antes de llegar al Zócalo. Aun así, si Pitágoras no me engaña, la suma es de 230 mil 448 personas y no de 1.1 millones.
En fin, parece que las matemáticas no se le dan ni a López Obrador ni a sus colaboradores. Hay que encontrar todavía dónde están esos 500 mil votos que le dieron la victoria el 2 de julio o esos 800 mil participantes en la manifestación del 16 de julio. Aunque quizá fueron estos manifestantes fantasma los que le dieron a Andrés Manuel el triunfo claro que hoy le permite autoproclamarse "presidente de México por voluntad de la mayoría".
Otros tiempos
Manuel Camacho Solís es uno de los activistas que hoy cuestionan el supuesto fraude electoral. En 1988, como operador de Carlos Salinas de Gortari, su trabajo fue validarlo. A Gilberto Rincón Gallardo, quien colaboraba con Cuauhtémoc Cárdenas, lo amenazó entonces con meterlo a la cárcel por su defensa de la democracia.

Casos de alarma

Germán Dehesa
Reforma
27 de julio de 2006
Hoy miércoles, no sin azoro, recibimos la noticia de que Andrés Manuel López Obrador es el Presidente de México por decisión de las mayorías. Así lo anuncia la prensa extranjera y así lo afirmó Cayo Calígula AMLO en entrevista radiofónica. Al oír esto, millones de mexicanos dijeron al unísono: ¡órale!; yo añado que ya podría haberlo anunciado antes del 2 de julio y nos hubiéramos ahorrado las elecciones, el trabajo de un millón de mexicanos, la participación de cuarenta y dos millones de votantes, los edulcorados discursos de Pericles Adams Ugalde y los enojosos trámites post-electorales que han creado un santo enredijo del cual ya no vemos cómo salir.
Tan sencillo que hubiera sido que AMLO se arreglase muy bien, se dirigiera al TRIFE y, ante el Tribunal, anunciara: Oigan, jueces, la mayoría ya me dijo que yo soy el Presidente; ¿dónde paso a recoger mi banda y a dónde mando por la silla?. Con estos sencillos pasos, México sería ahora un país terso, tranquilito y contento de tener un Presidente comprobadamente legítimo y nada espurio. Estaríamos en la pura verbena popular. En verdad no entiendo por qué AMLO se tardó tanto en decirnos lo que siempre ha sabido, lo que es su destino manifiesto y lo que le susurra el Niñito Jesús. Tampoco entiendo por qué no nos dio tiempo de disfrutar tan magnífica noticia. En cuanto terminó de darla, cayó sobre su ser el velo de la ira y se arrancó con unas declaraciones que en España calificarían de acojonantes. AMLO avisó que era muy probable que esta noticia de su asunción a la Presidencia cayera en los fríos y duros corazones de los hombres de poca fe y menos madre quienes seguramente no lo aceptarían como el nuevo Mesías (exigirán un recuento neurona por neurona) y así, en el triste y molesto caso de que la gleba azul se pusiera chirrisca, él procedería a tomar carreteras y aeropuertos y muy probablemente enviaría a su grupo de choque femenil a que clausurara simbólicamente Wall Street y el Capitolio que les queda de camino.
Han de perdonar ustedes (Ma. De la Paz y Fernando), pero estas locuras y estas públicas invitaciones a la subversión ya no caben en la bandera de "primero los pobres". Yo leyendo a Bretch aprendí la noción de "El héroe eficaz" y en el caso (clínico) que hoy nos ocupa no veo la eficacia de retar y amenazar frontalmente al Estado mexicano, a sus instituciones y a los millones de seres que todavía creemos en las soluciones justas y pacíficas. Burla burlando, lo que dijo Andrés Manuel constituye una declaración de guerra. Supongo que al hacerla, AMLO, que ya aprendió la sabia lección de los macheteros de Atenco, cuenta con la parálisis y la inacción del Estado. Yo no estaría tan seguro de eso, ni tampoco confiaría tanto en que sean millones de discípulos los que le acompañen a la hora de saltarse las trancas. Ni siquiera creo que los de su propio partido que tanto ganaron en estas elecciones se lleguen a adherir a las invitaciones de su candidato incómodo.
En la otra esquina, tenemos a Felipe recibiendo con arrumacos y sonrisas a la Gordillo. Otra pésima señal. Como dice una cuata: si se tienen que ver, que se vean; pero que el encuentro sea sigiloso y en la más profunda gruta de Cacahuamilpa.
¿Y los ciudadanos?, ¿y nuestros respetables trabajos cotidianos?, ¿y la paz?, ¿y la patria?.
Cualquier correspondencia con esta columna nebulizada, favor de dirigirla a german@plazadelangel.com.mx (D.R)


Jueves 27 de Julio de 2006
La Crónica de Hoy
Hora de publicación: 09:49


El candidato de la coalición Por el Bien de Todos, Andrés Manuel López Obrador, se autoproclamó ayer Presidente de México en una entrevista con una televisora de Estados Unidos; y en otra, nacional, abiertamente indicó cuáles son las preguntas que los comunicadores deben hacerle a los actores políticos involucrados en la coyuntura electoral.
En la cadena Univisión, aún cuando el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación no ha dado un fallo, el tabasqueño se declaró Presidente.
“Sí yo soy el Presidente de México. Yo soy el Presidente de México por voluntad de la mayoría”, indicó.
Ahí mismo le cuestionaron si en su resistencia civil no descartaba efectuar bloqueos de aeropuertos y carreteras. Respondió que hará “todo lo que pueda significar resistencia civil, todo lo que pueda significar defender el voto y defender la democracia”.
En otra entrevista, en el programa El Cristal con que se mira, el candidato de la coalición PT-PRD-Convergencia mostró su inconformidad con el manejo informativo que se da en la radio y en la televisión, porque no destacan lo que él quiere.Así, además de reclamar ante Víctor Trujillo el que no se critique a Luis Carlos Ugalde, presidente del Instituto Federal Electoral, le dijo lo que debería preguntar si llegara a tener en su programa a un consejero del órgano electoral.
Ahí, en el estudio de Televisa y hablando de sí mismo en tercera persona, López Obrador dijo: “Este es el argumento de Andrés Manuel, sobre esto explíquenos por qué se dieron estas cosas”.Ante ello, Trujillo recurrió a la ironía: “No te digo que mañana (se da la entrevista con un consejero del IFE), porque no programas todavía el canal”.Por lo que López Obrador acotó: “Te lo dejo a tu criterio pero, bueno, esa es la línea”.
CRITICANDO. Antes, cuestionó a otros comunicadores por “ponerle la alfombra roja” a Luis Carlos Ugalde.“A mi me repasan siempre: oiga, usted dijo que iba a reconocer el resultado si no le favorecía; oiga, usted esto; oiga, usted lo'tro y va Ugalde, poniendo el ejemplo, y no lo tocan ni con el pétalo de una rosa”.
Anteponiendo la consabida frase “con todo respeto”, López Obrador también fustigó a los periodistas que, dijo, "editorializan hasta los gestos".
—¿Pero qué quieres?, ¿que nos inyectemos botox? —interrumpió Trujillo.
Y López Obrador replicó: “por eso me gusta mucho la conducción de Lolita Ayala, de Televisa …no editorializa, no da opinión”.
Acto seguido expresó: “no me estoy metiendo en la línea editorial, cada quien es libre…”
—Nada más no hagan gestos —agregó Trujillo.
López Obrador también barrió a Televisa porque, según él, en el programa de debate Tercer Grado “no tocan” al candidato del PAN, Felipe Calderón: “el tema principal es mi comportamiento”.
Por todo lo anterior, para el abanderado de la coalición Por el Bien de Todos los medios de comunicación han avanzado pero “no como quisiéramos”, pues, consideró, ahora “no hay equilibrios”.
—¿No ha habido equilibrios? —preguntó el entrevistador.
—No, no. O hay equilibrios desequilibrados.
—Equilibrios desequilibrados.
—Desequilibrados.
—Me repite la pregunta, doctor.
* Alcahuetes, quienes dan espacio a Luis Carlos Ugalde
El candidato de la coalición Por el Bien de Todos, Andrés Manuel López Obrador, calificó al presidente del IFE de farsante y dijo que los periodistas que le dan espacio para aclarar los procedimientos electorales "son unos alcahuetes".
Además, se abstuvo de emitir opinión alguna respecto al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
—¿Confía en el Tribunal? —le preguntaron en entrevista con Radio Fórmula.
—Vamos a esperar, en una encuesta se le preguntó a la gente del DF si estaba de acuerdo con el recuento y el 75 por ciento dijo que sí, pero al cuestionarle si confía en la rectitud de los magistrados, las opiniones se dividieron.
—Y usted, ¿qué opina?
—Me gustaría mucho que los magistrados estuvieran a la altura y que actuaran con apego a la Constitución… Creo en las instituciones, pero no en quienes las manejan, no han estado a la altura.
Los intentos del perredista por dar línea a comunicadores
Ayer no fue la primera vez que el candidato de la coalición Por el Bien de Todos, Andrés Manuel López Obrador, buscó dictar a comunicadores lineamientos para que realicen su trabajo. Por ejemplo, en la entrevista con Carlos Loret de Mola en WRadio —el martes 18 de julio— le dijo: “Un comunicador como tú, en un país democrático, después de ver esto, sí, lo que te voy a mostrar (supuestas pruebas del fraude), te dedicarías a repetir cada vez que tuvieses el micrófono enfrente, de que esto es inaceptable, sí, que esto, en un país democrático, no se da, que esto es un agravio, que este es un agravio mayor”.
El periodista entonces lo frenó: “me imagino que esto del comunicador y el micrófono abierto, lo pone usted como ejemplo, porque la otra sería pensar en un López Obrador que nos dice a los periodistas qué decir”.
Más adelante, cuando le preguntó sobre los presuntos problemas registrados en los cómputos del IFE, el tabasqueño delineó: “Televisa debería de pedirle al IFE, una explicación sobre esto. Y debería de contratar a especialistas, matemáticos, es fácil de probarse esto… por respeto a la gente, ustedes deberían de profundizar sobre este tema, para reclamarle al IFE”.
Antes, el pasado 11 de julio, se autoinvitó al programa El Noticiero, que conduce Joaquín López Dóriga:
—Aprovecho también para hacer un llamado a los medios de comunicación, que aguanten las presiones, que las televisoras aguanten las presiones y que no nos cierren los espacios... —dijo López Obrador.
—Fíjate, llevas 18 minutos en esta entrevista... —cuestionó López Dóriga.
—...ah, no y voy a venir la semana próxima...porque me vas a invitar de nuevo...—increpó el tabasqueño.
El 19 de julio, le dijo a Jorge Berry, de Radio 13, que con los datos que ha dado a conocer “era para que se hubiese convertido en una gran noticia”.
Este martes, en entrevista en Radio UNAM, consideró, con críticas de por medio, que el periódico Reforma debería publicar un editorial a favor de la “transparencia” en las elecciones.


Itinerario Político
Ricardo Alemán
27 de julio de 2006


No faltan quienes pretenden justificar la resistencia civil actual con la de hace 15 años

A propósito de la "resistencia civil" que anunció López Obrador contra el presunto fraude cometido el pasado 2 de julio, son muchos los que han pretendido emparentar la protesta de hoy con la realizada del 18 al 28 de agosto de 1991 por el entonces candidato del PAN al gobierno de Guanajuato, Vicente Fox. De manera absurda, sin conocer la historia ni el entorno político ni a los personajes, no faltan quienes -como el propio AMLO- pretenden justificar la resistencia civil actual, con la de hace 15 años.

Y como si no hubiera pasado nada en esos 15 años, como si no existiera el IFE y el TEPJF, como si se viviera con la misma legislación electoral de ese 1991, justifican alegremente que si Fox llenó plazas, llamó contra el fraude, tomó carreteras y aeropuertos, ¿por qué no debía hacerlo hoy AMLO? En la mayoría de los casos, quienes esgrimen ese argumento no sólo ignoran totalmente lo ocurrido entonces, sino que engañan deliberadamente a muchos que de buena fe les siguen creyendo. La siguiente es la historia de esa elección en Guanajuato.

En agosto de 1991 compitieron por el gobierno de ese estado: Ramón Aguirre, por el PRI; Vicente Fox, por el PAN; y Porfirio Muñoz Ledo, por el PRD. El Presidente de la República era Carlos Salinas, la secretaría de Gobernación era ocupada por Fernando Gutiérrez Barrios -de quien Arturo Núñez era director general de Desarrollo Político-, en tanto que presidía al PRI, Luís Donaldo Colosio; al PAN, Luís H. Álvarez; y al PRD, Cuauhtémoc Cárdenas. Los operadores políticos por excelencia eran: por el gobierno y el PRI, Arturo Núñez -hoy estratega de AMLO en la etapa postelectoral-; por el PAN, Diego Fernández de Cevallos y Carlos Castillo Peraza; y por el PRD, el propio Porfirio Muñoz Ledo, a quien acompañaba Jorge G. Castañeda.
La elección de Guanajuato era una más -junto con Baja California y San Luis Potosí- cuya limpieza electoral había sido condicionada por el PAN cuando ese partido decidió legitimar "en el ejercicio del poder" al gobierno de Salinas, luego de las elecciones fraudulentas de 1988. La elección de 1991 se llevó a cabo bajo las mismas reglas antidemocráticas que las de 88, en donde el gobierno en turno -en este caso el estatal-, tenía todo el control del proceso, y los opositores se enfrentaron no al candidato del PRI, sino al poder del Estado.
En ese entonces, Guanajuato fue la extensión de las disputas electorales de 1988, dado que se enfrentaban por la gubernatura estatal: el preferido de Salinas, Ramón Aguirre; uno de los mayores enemigos de Salinas, Porfirio Muñoz Ledo; y el más aventajado pupilo de Manuel J. Clouthier, el bronco Vicente Fox, quien en el Colegio Electoral de 88 había ridiculizado a Carlos Salinas, al colocarse las boletas electorales del fraude a manera de orejas de ratón.

Salinas se propuso, desde el inicio de la contienda, impedir que llegaran al gobierno estatal tanto Fox como Muñoz Ledo, y para ello canalizó todos los recursos económicos necesarios. El 18 de agosto se llevó a cabo la elección, y en medio de ruidosas acusaciones de fraude se anunció que el ganador había sido Ramón Aguirre. Se iniciaron las protestas y una primera señal la dio Muñoz Ledo cuando levantó la diestra de Fox, en señal de triunfo y de repudio al fraude.

Al tiempo que Fox inició una agitada resistencia civil contra el fraude -consistente en multitudinarios mítines en la plaza de León, caminatas a la capital de Guanajuato, bloqueos carreteros y del aeropuerto local-, en la ciudad de México se iniciaron las negociaciones políticas en las que participaron, por el gobierno y el PRI, Fernando Gutiérrez Barrios y Luis Donaldo Colosio, en tanto que por el PAN intervinieron Diego Fernández de Cevallos y Carlos Castillo Peraza. El PAN puso en la mesa, más que el recuento de votos, el gasto descomunal de dinero a favor de Ramón Aguirre. Pero sobre todo el pago de la factura política por haber legitimado al gobierno de Salinas.

El PAN amenazó con romper su alianza con Salinas -y con echar abajo la negociación del TLC- si Ramón Aguirre era declarado gobernador. A su vez, Fernando Gutiérrez Barrios dijo que Salinas no permitiría que Fox fuera gobernador, y entonces buscó una salida política. ¿Y quién creen que fue el encargado de operar la negociación? Sí, nada menos que Arturo Núñez, el entonces director general de Desarrollo Político de Gobernación y hoy operador de AMLO. ¿Y qué fue lo que propuso? Una variante a lo que hoy propone López Obrador a Calderón, una negociación por encima de la ley, que podría llegar al interinato.

Así, Carlos Salinas obligó a Ramón Aguirre a renunciar a su "triunfo". Al no haber gobernador electo, el Congreso Local nombró al panista Carlos Medina como interino. Hoy se le propone a Calderón aceptar el recuento de votos, que no es más que una salida extralegal -porque el TEPJF deberá recurrir a ella, no por un acuerdo político y menos por la presión política, sino porque existan pruebas de irregularidades-, para luego llegar al interinato. Y si hay dudas, ahí está la declaración delirante de AMLO a Univision: "Soy el presidente electo", grita desesperado.
Nota de Pazzopony: Y porque vivo en León, Gto. sé de sobra y viviéndolo en carne propia que Medina Plascencia es una persona muy querida en la Ciudad por haber hecho un muy honroso papel. A partir de ahí es que ahora Guanajuato sea un estado francamente PANista y la influencia PRIista y PRDista sea mínima y poco relevante. De ahí que suene totalmente ilógico que PRDistas estatales, como la diputada Malú Micher, exprese irregularidades electorales, demande masivamente a los consejeros electorales del Estado y que se intrigue diciendo que el Estado está secuestrado por el PAN o que hay irregularidades en contra del PRD. No hay punto de comparación!

Katia D Artigues
El Universal
26 de julio de 2006
PAN-PRD y su juego de cartas
Maquetas a la oaxaqueña

La idea no es mala.

La retomó y comentó en su editorial EL UNIVERSAL el pasado lunes bajo el título "Filtro sicológico a jueces".
Se detallan los nuevos lineamientos que está considerando implementar el Consejo de la Judicatura Federal (que es la instancia o dependencia autónoma que se encarga de la administración, vigilancia y disciplina del Poder Judicial de nuestro país) a los que se someterán los futuros jueces. No la tendrán fácil.

Es interesante la propuesta.

Se pretende someterlos a una serie de exámenes sicológicos con el fin de detectar casos de adicciones, manías, autoestima, autoritarismo y conductas antisociales.

¿Y qué se lograría con esto?, preguntará usted, lector, lectora. Pues el resultado se podría ver reflejado en las sentencias que los jueces emitan. Se busca que sean apegadas a derecho y no sean reflejo de revanchas o traumas personales.

¿En cuántas ocasiones no se han escuchado controversias por las sentencias que emiten los jueces?
Esta columna insiste en que es interesante la propuesta y tiene algunas sugerencias.

Se imagina si este check up sicológico se pudiera aplicar a tod@s los políticos que están al frente de diversos cargos públicos.

Por ejemplo a un secretario de Estado o bien a los legisladores que integrarán las futuras legislaturas.
Pero el chiste estaría en que se dieran a conocer los resultados de estos exámenes.

Boletinarlos, de tal manera que si no pasan, no puedan ingresar a ese tipo de cargos en ninguna fuerza política.

¿Cómo le suena la idea de someter a estos estudios a aquellos que quieren ser presidente de la República?
En una de esas, ¡cuántas broncas postelectorales nos ahorraríamos!

Esta columna sugiere aplicar exámenes para detectar la bipolaridad partidista o (que es cuando algún político dobletea en dos o más fuerzas políticas, y no se define por ninguna, hasta que ve que no salió palomeado para algún cargo, y formalmente se integra a una de ellas).

Daltonismo político . Sería una especie similar a la bipolaridad, con la diferencia de que aquí ya no diferencian cuando están en uno u otro partido. Ya no ven si es tricolor, blanquiazul o negroamarillo.

O bien qué le parece el adecuado diagnóstico de la esquizofrenia electoral (que es la realidad creada de un presunto triunfo no registrado oficialmente ante las autoridades electorales).

De hecho, a decir de César Nava, vocero y secretario adjunto del Partido Acción Nacional (PAN), ya hay quienes podrían presentar este mal:

-(El endurecimiento de la resistencia civil perredista) es una nueva amenaza, eso refleja la esquizofrenia que padece el movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador. Un día anuncian el envío de una carta y al otro día vuelven a las amenazas.

Se aceptan más sugerencias, de males y casos particulares, claro.

Del papel a los hechos

Hasta el episodio del lunes de esta telenovela postelectoral que estamos viviendo, nos quedamos en la respuesta de Felipe Calderón a la cartita enviada por López Obrador.

Le dijo que el recuento de votos no depende de él, sino que será una decisión del Trife.

Lo exhortó a que puedan dialogar y a que "identifiquen sus coincidencias".

La respuesta no fue del agrado de los perredistas, quienes la calificaron de poco diplomática.

Para el presidente nacional del PRD, Leonel Cota:
-No corresponde a la de un político demócrata; corresponde a la de un político autoritario que quiere quedarse en el poder bajo cualquier circunstancia y pasando por encima de la voluntad nacional.

Mientras que Marcelo Ebrard consideró que la respuesta de Calderón Hinojosa demuestra que tiene miedo:
-Calderón tiene miedo, un demócrata no puede oponerse a que se cuenten los votos; lo único que está demostrando es que tiene miedo de que se cuenten y de que el resultado no le favorezca.

Por cierto, ayer los perredistas comenzaron su ayuno frente a las instalaciones del Trife. Van principalmente legisladores electos. Aún no se sabe cuándo le toque hacer dieta al jefe de Gobierno capitalino electo.

Mientras que para el propio PAN, el panorama es un poco más optimista. Porque en la carta, se nos olvidaba comentarle, le dice que mejor se reúnan para platicar y dejen de mandarse epístolas.

Fue César Nava, vocero panista, quien dio el punto de vista del partido ante este intercambio epistolar:
-Esa es nuestra apuesta, la invitación que hace Felipe Calderón a dialogar es genuina, es sincera, es de corazón. (FCH) está dispuesto a reunirse con el señor López Obrador (menos mal que no lo llamó "el señor López") y esperamos que el señor Andrés Manuel López Obrador tenga esa misma disposición.

Que esperan que AMLO cumpla lo que dijo en su cartita, de que respetará la decisión que tome el tribunal electoral, y que no provoque conflictos.

¿Será acaso que Felipe Calderón anda ya con reunioncitis? Eso parece y en los últimos días se ha reunido con disímbolos personajes (como debe ser, la verdad).

Ya se reunió con Ulises Ruiz, gobernador de Oaxaca, y ayer por la tarde sostuvo un encuentro ni más ni menos que con Elba Esther Gordillo -ahora sí podemos decir ex priísta, aunque suene raro- y sindicato que la acompaña. Fue en uno de los hoteles de la zona de Polanco. Por cierto, ella lo llamó "presidente electo".

¿Andará atando unos cabitos que andan sueltos?

Esperemos que ahora sí no le lleven algún sindicalista cachirul, como le pasó con el Sindicato Mexicano de Electricistas.

La sombra del fraude
La derrota estuvo rodeada de la sombra del fraude.

O bueno, quizá no la misma noche, pero al pasar de los días la duda comenzó su efecto corrosivo.

Para muchos, en el resultado final hubo gato encerrado. ¿Cómo es que siempre estuvo en las preferencias para ganar, clarísimo, y ahora resultaba que siempre no? ¿Los expertos se equivocaron? Es más, sus seguidores no dejaban de echarle porras. Su porra, sin duda, era de las más numerosas.

Pero como siempre pasa, se quedó en el ya merito. No impugnará el resultado, hasta donde ha dicho. Dice que dio el 150% de su persona para ganar, pero no pudo.

Ese es el sentimiento que tiene ahora Priscila Perales, quien representó a México en el certamen Miss Universo, pero sólo llegó a estar dentro de las 10 semifinalistas. Priscila siempre fue mencionada dentro de las favoritas para adjudicarse la corona, la cual quedó, al final, en manos de la puertorriqueña Zuleyka Rivera.

De hecho, ya hubo quien dejó entrever que posiblemente hubo fraude dentro de este concurso.

Fue el productor Emilio Larrosa:
-El hecho de que no haya conseguido un mejor papel no es preocupante, pues muchos concursos son truqueados.
Él fue parte del equipo que organizaba y transmitía el concurso Señorita México.

Y para que no se llegue a hablar de que hubo embarazo de. la ganadora, que no de urna, ya se aclaró que el desmayo sufrido por la nueva reina de la belleza se debió al calor y al peso del ajustado vestido que lució esa noche.
Las maquetas de Ulises
Ayer en varios periódicos se publicaron desplegados del gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, refiriéndose a acciones implementadas por su gobierno.

No, no se trató de los operativos que realizaron para desalojar a maestros de la sección 22 del sindicato nacional de maestros, instalados en plantón en el centro histórico de Oaxaca.

Tampoco fue para dar con los responsables de la agresión a una estación de Radio Universidad, de Oaxaca.

Se lee lo siguiente:
-Cumplimos con hechos, vamos por más. Modernización integral de Oaxaca.

Se resaltan la ampliación y creación de varias avenidas de esa ciudad.

Pero lo más curioso son las obras que supuestamente se realizaron en la zona de cerro del Fortín.
A comparación de las otras cuatro fotos, en ese espacio se muestran las obras. ¡en maqueta!
Oh, sí, con carritos, arbolitos, foquitos y señalamientos a escala.

¿O será que es parte de los preparativos para buscar una sede alterna para que se lleve a cabo la Guelaguetza, la cual no pudieron realizar oficialmente el pasado lunes?

Ellos lo dijeron:
-Con un presidente ilegítimo, que no pueda gobernar, es mejor subsanar el punto declarando no válida la elección, sin lugar a dudas. Esa es mi opinión, pero la petición del juicio de inconformidad es en términos del recuento total de la votación: Arturo Núñez. ¿No que sólo recuento? Oh, pues.

-Yo quiero, humildemente, decirle al pueblo... si valió la pena estos primeros ______ años, yo les pido _______años más: ¿El presidente Vicente Fox al reactivar sus spots en favor de la continuidad del gobierno panista? No, es Luiz Inacio Lula da Silva, en campaña por su reelección. La palabra que hace falta es cuatro.

-Decimos los ingenieros que hay dos momentos cuando se llena una presa. Si yo fuera Xóchitl (Gálvez), lo diría con otras palabras: cuando se desvía el río, decimos ¡ya fregamos! Y cuando se tapa, es que ya vamos de gane: Alfredo Elías Ayub, director de la Comisión Federal de Electricidad, al comenzar el llenado de la presa El Cajón. Mmm. Que no se quede con las ganas, que lo diga como lo haría Xóchitl Gálvez.

katiushka@prodigy.net.mx

El ex candidato presidencial dijo que la única forma que le queda para dar algún apoyo, es la que tienen el resto de los mexicanos: emitir su voto a favor de quién mejor le parezca
REFORMA


Ciudad de México (21 mayo 2006).- El líder moral del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, reafirmó ayer su distanciamiento con el candidato presidencial perredista, Andrés Manuel López Obrador.
Dijo que al no tener ningún cargo dentro del PRD ni alguna candidatura de elección popular, no tiene nada que hacer en la campaña electoral de su partido.
"No estoy al margen, simplemente no tengo ningún papel que cumplir en la campaña", señaló luego de conmemorar el natalicio de su padre, el General Lázaro Cárdenas.
El ex candidato presidencial dijo que la única forma que le queda para dar algún apoyo, es la que tienen el resto de los mexicanos: emitir su voto a favor de quién mejor le parezca.
Votará, dijo, a favor de su partido, aunque afirmó que en la lista de candidatos a la Presidencia no hay ni uno solo que represente una propuesta progresista.
"La mejor propuesta sería una propuesta progresista que no está hasta este momento expuesta a la opinión pública del País", señaló.
Cárdenas dijo además que resulta confusa una alianza política entre el PRI y el PRD.
"Evidentemente que si Madrazo se une al PRD, muchos perredistas no lo entenderíamos. A menos que hubiera un absoluto deslinde de orden programático que no veo", expresó.
Aclaró que no puede decir si la alianza está bien o está mal, porque todavía no existe un acercamiento entre la dirigencia de su partido y del PRI.

Deprimidos otra vez

Jorge G. Castañeda
Reforma
26 de julio de 2006
Cuando gente sensata e ilustrada, normalmente prudente en sus juicios, desvaría, las explicaciones simples no resultan satisfactorias. No basta el "están enojados", "fue su última oportunidad"; todas esas expresiones, aplicadas a la corte pejista de intelectuales y políticos, sin ser falsas, son insuficientes. Comprender el porqué de las comparaciones delirantes entre el 88 y el 2006, entre Pinochet y Fox; de fidelidad a comportamientos en el mejor de los casos erráticos y volubles, cuando no desquiciados; de apoyo a un rumbo que conduce al suicidio político; comprender todo ello requiere buscar un poco más lejos que la desestimación superficial.
Quizás la respuesta yace en un dilema más profundo. Hasta 88, parecía que la salida del autoritarismo priista sería hacia la izquierda: con Cárdenas hacia un régimen más social, laico, nacionalista y plenamente democrático. Ésa era la salida deseada: no podía ser de otro modo porque si bien el "pueblo mexicano" (las comillas son porque al erigirlo en sujeto histórico absoluto nadie puede saber exactamente de quién se trata) quería democracia, también quería, en teoría, justicia social, juarismo, nacionalismo antiyanqui, entendidos todos estos nobles objetivos tal y como los había definido el consenso ideológico imperante en México y en AL hacia mediados de los ochenta. No podía haber otra salida más que a la izquierda porque así era "el pueblo" y la mejor prueba de que eso anhelaba "el pueblo" es que correspondía perfectamente a lo que postulaban los intelectuales y políticos de izquierda, por definición cercanos al "pueblo".
El 94 debió de haber sido la primera señal de alarma. Volvió a ganar el PRI en una elección casi seguramente limpia e inequitativa, pero la "derecha" conservadora, mocha y entreguista llegó en segundo lugar, distanciando a la "izquierda" por 10 puntos. Pero en fin, se podía siempre argumentar que eso se debió al conflicto en Chiapas, a Salinas, a la falta de reglas justas, transparentes y autónomas del gobierno.
En 2000, se complicaron más las cosas. Se jugó con reglas en las que participaron muy activa e inteligentemente muchos de esos intelectuales y políticos de "izquierda". El PRI estaba agotado y además divido. El candidato correcto contendía por tercera vez, ahora con acceso a medios, recursos, aliados, y sin anatemas en su contra. Pero otra vez empezó a despuntar la "derecha", ahora francamente "cocacolera", guadalupana y plenamente entregada al gran capital. La salida del autoritarismo por fin se dio, pero no como se esperaba: no hacia Cárdenas, no hacia un nacionalismo revolucionario resurrecto y purificado, no hacia un juarismo resurgido del alma misma del "pueblo", sino hacia Fox: ¡horror de horrores! por encarnar todos los pecados aborrecidos por "el pueblo". El pequeño problema es que "el pueblo" votó por él, en contra de la mejor opinión de esa "izquierda", y por supuesto, de los verdaderos intereses del "pueblo", que obviamente fue engañado y manipulado por la mercadotecnia "cocacolera".
No obstante, seguía intacta la esperanza de que al comprobar las barbaridades que cometería en el poder la "ultraderecha" proyanqui y persignada, "el pueblo" recapacitaría, y rápidamente, rectificaría y reencontraría el camino del bien (de Todos). Lo haría con tanta o más fuerza y razón ya que ahora contaba con un candidato carismático, vigoroso, cercano al "pueblo" y con capacidad de atraer a sectores del no "pueblo" que podrían redimir sus culpas aliándose con él. Y en esta ocasión "el pueblo" no estaba solo: en su gesta lo acompañaban otros "pueblos" de AL, unos ya liberados (Cuba, Venezuela, Bolivia) y otros en proceso.
Sin embargo, otra vez el pueblo se mostró rejego. No sólo no compartió la visión correcta de "la izquierda", sino que votó al revés. En cualquier caso, 65 por ciento del electorado no consideró que el país se encontraba en una posición postrada, desesperada, al borde del abismo. Tampoco consideró ese 65 por ciento que el "candidato de los pobres" no fuera un pobre candidato. Un candidato formidable montado en una gran ola popular, en un país en desastre, enfrentado a dos enanos políticos... no saca 35 por ciento del voto, ni gana o pierde por un punto: arrasa.
Pero además los pobres no se reconocieron en "su candidato". De acuerdo con las encuestas de salida de Gaussc, Parametría, BCG y Consulta, el perfil del votante de Calderón y de AMLO es prácticamente idéntico. Madrazo obtuvo más votos que su promedio entre los más pobres y de menor educación, y Calderón obtuvo más votos que su promedio entre los de mayor ingreso y escolaridad. Pero en el equivalente de los 8 deciles intermedios, desde los pobres a secas hasta la clase media superior, a Calderón y al Peje les fue más o menos igual. El Peje no fue el candidato de los pobres ni Calderón el de los ricos. Otra vez o alguien se equivocó -"el pueblo", o los políticos-intelectuales de "izquierda"- o hubo trampa: "el fraude más grande de la historia". En cualquier caso la decepción/depresión de los políticos-intelectuales de "izquierda" es del tamaño de la (ciudad de la) esperanza, y por eso los desvaríos.
Para propósitos de transparencia, confieso que en 88 yo hubiera querido la salida hacia la izquierda, y trabajé para ello; en 94 traté de apoyar la salida de izquierda, pero me mantuve al margen fundando con Sodi el Grupo San Ángel. En 2000, llegué pronto a la conclusión de que sólo era viable la salida hacia la derecha, porque sólo Fox podía dividir a las elites y movilizar al pueblo. En 2006 supe que con una "izquierda" como ésta, ni se dividirían las elites ni jalaría el pueblo; de nuevo la salida no fue hacia la izquierda, y no lo será hasta que esta izquierda sea totalmente otra.


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