Otro Pelele / Sergio Sarmiento

Sergio Sarmiento
3 Mar. 08
Publicado en: Reforma



"pelele. 1. m. Figura humana de paja o trapos que se suele poner en los balcones... 3. m. coloq. Persona simple o inútil".

Diccionario de la Real Academia Española


Tan sólo es el presidente "legítimo" y no el constitucional, pero eso no ha sido obstáculo para que Andrés Manuel López Obrador caiga en las viejas prácticas del presidencialismo priista. Esto lo vemos en su abierto operativo para lograr que su lugarteniente de tanto tiempo, Alejandro Encinas, sea electo presidente nacional del PRD.

El autodenominado presidente legítimo no ha ocultado su intención de imponer a su candidato como cabeza de su principal partido político (principal, porque también tiene al PT y en menor medida a Convergencia). Públicamente le ha expresado un apoyo irrestricto. Pero además ha utilizado a sus alfiles, como el secretario de Comunicación del partido, Gerardo Fernández Noroña, para atacar a los candidatos rivales y en especial al más peligroso de todos, a Jesús Ortega, ex coordinador de los senadores del PRD y ex coordinador de campaña del propio López Obrador.

El presidente legítimo ha reclutado para la campaña de Encinas al propio René Bejarano, quien fue su secretario particular y que nominalmente ha sido expulsado del PRD por haber aceptado dinero del contratista Carlos Ahumada, pero que sigue controlando con su esposa Dolores Padierna a los grupos corporativistas más importantes del Distrito Federal.

De nada le ha servido a Ortega haber sido estrictamente leal a López Obrador durante la campaña del 2006 y las movilizaciones posteriores, entre ellas la toma del Paseo de la Reforma que tanto daño le hizo al PRD. El problema para López Obrador es que Ortega, y el resto del ala moderada del PRD, tienen una visión distinta a la del ex candidato presidencial, y el presidente legítimo no quiere a un presidente del partido que le genere problemas o cuestionamiento. López Obrador quiere tener al frente del PRD a un hombre de toda su confianza, a un político que haga todo lo que él ordene, a un verdadero pelele.

La cargada a favor de Encinas ha sido impresionante. Toda la maquinaria del presidente legítimo se ha desplegado en apoyo a su candidato. Ahora muchos perredistas se quieren lavar las manos de Bejarano, pero es claro que éste nunca ha dejado de desempeñar un papel importante en los operativos políticos del PRD. Lo curioso del caso es que a los miembros del PRD que pertenecen al ala moderada, como al senador Carlos Navarrete, se les están haciendo descuentos en sus ingresos para pagar los gastos de un aparato electoral destinado a derrotarlos en las urnas. Particularmente eficaz en el operativo político a favor de Encinas ha sido el apoyo de La Jornada, la Biblia de los perredistas.

Ortega ha tenido también respaldos importantes, entre ellos el de Lázaro Cárdenas Batel, el ex gobernador de Michoacán, pero estos miembros del PRD no controlan los aparatos corporativistas a los que tiene acceso López Obrador.

Como consecuencia de la cargada, Encinas se ha convertido en el favorito para ganar la elección del próximo 16 de marzo. Una encuesta del periódico Reforma señalaba que el candidato de López Obrador tenía el apoyo del 21 por ciento de la población en general, contra el 12 por ciento de Jesús Ortega; lo que es más importante es que contaba con la preferencia del 33 por ciento de los perredistas contra el 21 por ciento de Ortega. Si bien aún el 30 por ciento de los encuestados perredistas no expresaba su simpatía en esta encuesta, realizada entre el 16 y el 18 de febrero, la ventaja de Encinas era ya muy grande. Tendría que ocurrir una enorme sorpresa para que Ortega pudiera revertirla y alzarse con el triunfo.

Quizá López Obrador, como militante de un partido en pleno goce de sus facultades políticas, tenga todo el derecho a utilizar su considerable poder e influencias para buscar que un incondicional ocupe la presidencia nacional del partido clave en la izquierda nacional. No deja de ser inquietante, sin embargo, que en un momento en que él es solamente el "presidente legítimo", y no el constitucional, López Obrador esté recurriendo ya a todas las viejas prácticas del priismo para asegurar el triunfo de su candidato.

No hay mucha diferencia entre lo que está haciendo López Obrador y lo que hizo el presidente Felipe Calderón para colocar a la cabeza del PAN a un hombre de su confianza, Germán Martínez, o lo que durante tantas décadas hicieron los presidentes surgidos de las filas del PRI. De alguna manera esto nos dice cómo serían las cosas en este país si el presidente legítimo fuera también el presidente constitucional.


¿Y Marcelo?


Lo lógico es que tarde o temprano Marcelo Ebrard, el jefe de Gobierno del Distrito Federal, se deslinde de López Obrador. Los dos, después de todo, tienen la ambición de llegar a la Presidencia de la República en el 2012; pero hasta ahora Ebrard ha mostrado una impecable lealtad al presidente legítimo. Es probable que ambos tengan un acuerdo para apoyarse mutuamente en el 2012, con lo cual decidirían -tal vez por encuestas en el 2011- quién sería el candidato a la Presidencia de su grupo. Habrá que ver si el acuerdo se sostiene. Por lo pronto resulta interesante ver que, hasta ahora, ni Ebrard ni ninguno de los miembros de su equipo han intervenido abiertamente en el proceso electoral interno del PRD. El jefe de Gobierno capitalino no ha querido, al parecer, quemar los puentes con los Chuchos, con los moderados, como lo ha hecho López Obrador.

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