Dieciocho años: Paradojas

REFORMA | 10 de mayo de 2007

El PRD es hoy la principal expresión de la izquierda mexicana, un partido exitoso, parte medular de la representación política, un poder real y actuante. Pero vive cruzado por distintas paradojas.

1) El PRD fue la desembocadura organizativa del potente movimiento electoral encabezado por el ingeniero Cárdenas. El Frente Democrático Nacional, integrado formalmente por cuatro partidos con registro, pero con el aporte sustantivo de la Corriente Democrática, al que se unió un buen número de organizaciones políticas y sociales, encontró en la formación de un partido la mejor forma de dar continuidad a la fuerza desatada por los comicios de 1988. Si se deseaba multiplicar la presencia política de la izquierda, revertir su atomización, incrementar su influencia, garantizar su permanencia y un día encabezar el gobierno de la República, nada mejor que la construcción de un partido. Y todos los objetivos enunciados -salvo el último- se han logrado. Primera paradoja: esa asignatura pendiente nubla la evaluación de todo lo demás.

2) El PRD fue conformado de manera natural por las corrientes que lo fundaron. Ex militantes del PRI junto con la más amplia gama de posiciones de izquierda. Al inicio resultaba normal que aquellos que tenían una trayectoria, un ideario, unos signos de identidad comunes siguieran trabajando en el nuevo partido como una red o una corriente. La confianza construida con anterioridad y hasta las relaciones amistosas tendían a reproducir en el nuevo partido los alineamientos previos. No podía ser de otra manera. La historia modela querencias y reflejos. Por supuesto, luego de 18 años las corrientes no son ni podían ser las mismas. Se han producido realineamientos, fusiones y confusiones. Pero el modus operandi sigue siendo similar. Segunda paradoja: la riqueza del partido -una diversidad de tradiciones y corrientes- al mismo tiempo es fuente de problemas y conflictos circulares.

3) Dos liderazgos carismáticos y sucesivos han cohesionado al PRD y lo han proyectado como una fuerza central en la arena política. Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador le han proporcionado a esa formación un extra que le ha permitido entrar en contacto y ganar la adhesión de franjas de ciudadanos que de otra manera no hubiesen volteado a ver siquiera al PRD. Tercera paradoja: no obstante, esos liderazgos han hecho patente que entre la dirección real y la formal existe un fuerte desfase, y ello deja su huella en la vida de la organización, sujeta a los proyectos, prioridades y necesidades de los liderazgos.

4) El PRD es una maquinaria poderosa, pero su organización es -reconocido por sus propios militantes- precaria, informal, deficiente. Sin un auténtico padrón de sus afiliados y sin núcleos de base con trabajo regular, su vida interna es, para decirlo de manera suave, intermitente. Sin ese cimiento sólido, la fórmula de asambleas sucesivas -distritales, estatales, nacionales- como mecanismo de encuentro, discusión y negociación, se ve erosionada. Así, sin tener resuelto lo elemental, el PRD se ha permitido varias fugas hacia delante, como la de llamar a cualquier ciudadano con credencial para votar a participar en la elección de candidatos a los cargos de representación o la realización de encuestas para alcanzar los mismos fines. Correr antes que caminar. Cuarta paradoja: esas supuestas medidas democráticas lo único que hacen es incrementar los grados de desorganización interna.

5) El PRD tiene una rica vida interna. Como todo partido moderno se encuentra marcado por una cierta tendencia endogámica. Sus militantes (o por lo menos sus dirigentes) viven en un mundo propio cargado de sentido, escaramuzas, debates, grillas, alianzas, porque así es la vida en cualquier organización compleja. Se trata de un espacio absorbente, difícil, y en ocasiones apasionante. Sin embargo, mantiene escasos puentes de comunicación con el "exterior". En particular, los lazos con el mundo de la cultura y la ciencia son precarios, lánguidos, instrumentales. Quinta paradoja: lo que debería ser un proyecto político cultural se adelgaza hasta convertirse en meramente político.

6) El PRD ha sido motor fundamental y usufructuario del monumental cambio político que ha vivido el país. Sin sus esfuerzos, movilizaciones, reclamos, no hubiese sido posible la transición democrática, la edificación de un sistema de partidos equilibrado con elecciones competitivas y con un mundo de la representación política invadido por la pluralidad y cargado de innumerables pesos y contrapesos. Y al mismo tiempo el PRD ha sido beneficiario del cambio. Gobierna seis entidades, es la segunda fuerza en la Cámara de Diputados y la tercera en el Senado, encabeza decenas de municipios, está presente en todos los congresos locales y sus síndicos y regidores suman cientos. Sexta paradoja: el PRD es un partido de gobierno que se comporta como si fuera sólo de oposición.

7) En el PRD se sabe que a través de la "vía electoral" puede llegar al gobierno federal, tal y como lo ha conseguido en diferentes estados y municipios. Saben también -espero- que lo electoral es sólo la punta del iceberg de una construcción civilizatoria que permite la expresión, la convivencia y la competencia de la pluralidad. Entienden que la democracia es un sistema de gobierno que no sólo permite la reproducción de la diversidad política sino que intenta preservarla. Séptima paradoja: y sin embargo, con una consistencia digna de mejores causas, en su discurso la lucha política aparece como una confrontación entre San Jorge y el dragón.

8) El futuro del PRD está ligado al asentamiento de la democracia. Octava Paradoja: y sin embargo.

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