Cantera

Federico Reyes Heroles
3 de octubre de 2006
Reforma


En ocho semanas el Presidente electo habrá tomado ya una de las decisiones cruciales de su gestión: la designación del gabinete. De esa selección inicial dependerán, en muy buena medida, el éxito o fracaso de las políticas públicas que afectan a alrededor de 22 millones de hogares. El grupo de mujeres y varones que acompañen a Calderón tendrá la responsabilidad de quebrar la parálisis y dar a México un impulso definitivo hacia el desarrollo. Vivimos años cruciales. Si México resuelve bien los nudos centrales que tenemos enfrente, no cabe duda de que entraremos a una nueva etapa de prosperidad. Si por incompetencia continuamos inmovilizados, decenas de millones pagarán las consecuencias.

Fox cometió el terrible error de sobreponer las lealtades personales y partidarias a la capacidad profesional. Los desfiguros profesionales que hemos tolerado en estos últimos seis años quedan para el anecdotario. Los costos fueron altísimos. Calderón no puede darse ese lujo. México cuenta con cuadros de primera para enfrentar los retos que tenemos enfrente. Por supuesto muchos de ellos adquirieron experiencia en gestiones priistas, no puede ser de otra forma. Otros simplemente son profesionales sin militancia, personas institucionales que apoyarán al presidente de México. No me ocuparé de los panistas cercanos a Calderón, porque ya están allí. Sí, en cambio, de otros mexicanos que podrían servir para integrar un grupo de trabajo profesional y plural. Comienzo por Gobernación. Se necesita a una persona que no ambicione la Presidencia, capaz de conciliar, pero también de disminuir el enorme déficit de legalidad que hereda Fox. Alguien capaz de implementar acuerdos para garantizar estabilidad de largo plazo. Se me ocurren tres nombres, el primero es Miguel Limón cuya vocación de servicio público es notable, de larga experiencia en diversos sectores, desde el indigenismo hasta la educación nacional pasando por la propia Gobernación. Buen abogado, juarista de verdad, hombre firme que es una garantía de institucionalidad y pluralidad. El segundo de quien se habló mucho es Juan Ramón de la Fuente, quien rescató a la UNAM de su peor crisis y garantizaría diálogo con muchos sectores, en particular con la izquierda. La pregunta es si De la Fuente de verdad no desearía algo más. Mucho se dijo de ello. Su capacidad no está en duda. El tercero es José Woldenberg, que tuvo un desempeño notable al frente del IFE, un hombre marcado por la pluralidad de los nuevos tiempos. ¿Por qué no?

Un área de desastre es la de Relaciones Exteriores. Allí se habla de personajes como Luis Téllez o Andrés Rozental, quienes con perfiles muy distintos sabrían introducir una verdadera visión moderna y ordenada. Pero la memoria es muy injusta, cómo es posible que no se hable de cuadros como por ejemplo Juan José Bremer, que ha sido embajador en posiciones tan complejas como Washington, Alemania, España, Suecia y la ex Unión Soviética. Hombre de gran cultura también pasó por la propia SRE. Como Bremer hay varios, Carlos de Icaza o Enrique Berruga, cuadros profesionales, bien formados. Hay un grupo de buenos técnicos con experiencia que México no debería desaprovechar, pienso en Santiago Levy, Carlos Jarque, en Rodolfo Tuirán, Carlos Mancera, Vicente Corta, Roberto Newell, Carlos Elizondo Mayer-Serra, Luis de la Calle, Miguel Székely y, por supuesto, Jaime Zabludovsky que bien podrían encabezar Economía o Desarrollo Social o Trabajo o en algunos casos Hacienda. Jaime Sepúlveda podría ser un excelente secretario de Salud pero hay otros. Nombres hay y muchos. Por qué desperdiciar a un personaje como José Sarukhán que podría ir a Educación al igual que Fernando Serrano Migallón o Salvador Malo. ¿Por qué no invitar a Mario Molina a alguna función particular?

Falso que encontrar mujeres capaces sea difícil, por qué dejar fuera a personajes como Jacqueline Peschard, Cecilia Loría, Marinela Servitje, Consuelo Sáizar, Gabriela Ramos, Eugenia Meyer, Julieta Fierro, Teresa Franco, Leonor Ortiz-Monasterio, Silvia Ortega, Alejandra Lajous, Lourdes Arispe, Alicia Barcena Ibarra, Magdalena Acosta o María Amparo Casar. Las hay de derecha, de izquierda, de todos los colores. Ése es el sino de los tiempos.

Si dejamos ir la mente sin limitaciones, más allá de filias y fobias, de verdad pensando en buenos desempeños profesionales, la lista es riquísima: Adolfo Martínez Palomo, Gerardo Estrada, Mauricio Fortes, Fernando Franco, Mauricio Merino, Adrián Lajous, Luis de la Barreda, Guillermo Tovar, Juan Eibenschutz. Para cultura, para el ámbito educativo o lo que sea. Por ejemplo en el sector de energía, clave en los próximos años, debe aprovecharse la experiencia de Alfredo Elías Ayub. Insisto, nombres hay y muy buenos. ¿Cuánto le ha costado a México formar a estos servidores públicos? ¿Qué darían muchas naciones por contar con profesionales de este nivel?

No soy ingenuo, los compromisos con los panistas son muchos y hay personajes con buenos desempeños, Josefina Vázquez Mota o Rodolfo Elizondo o Fernando Elizondo, por citar a una tríada. Pero Calderón puede ir mucho más allá y dar un golpe de verdadera pluralidad y profesionalismo que hablaría de fortaleza personal. Sería una lección para México. Nada garantiza que personajes con experiencia no cometan errores, pero queda claro que la probabilidad se incrementa exponencialmente al inventar servidores. Si México logra continuidad en áreas con experiencias de éxito como salud, combate a la pobreza, educación y estabilidad macroeconómica y crecer con justicia, Calderón podría entregar un mejor país. Eso es lo que todos decimos querer. Veremos.

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