Por: José Carreño Carlón
Martes 8 de Agosto de 2006

La Crónica



AMLO “se siente con derecho a gobernar a cualquier costo”. Intenta “encumbrarse, copiando estrategias que ya resultaron exitosas una y otra vez, en Ecuador, con (un) movimiento indígena que bloqueó una y otra vez carreteras, oleoductos y pozos petroleros hasta tumbar presidentes: siete en nueve años; en Bolivia (cinco presidentes en cinco años) donde Evo Morales usó movilizaciones populares (y) vetó y tumbó una y otra vez a gobierno tras gobierno hasta llegar a ser Presidente; en Venezuela, donde fallido golpista decidió movilizar a los pobres contra los ricos hasta volverse el único con el poder para restablecer cierto orden…”.

El párrafo anterior no proviene de un informe de inteligencia nacional o internacional para prevenir a los mexicanos sobre el objetivo final de la estrategia postelectoral del candidato perdedor. Es un párrafo compactado del artículo de ayer de un talentoso profesor de Harvard que acompañó a Manuel Camacho y a Marcelo Ebrard en las más delicadas operaciones del gobierno del DF, además de como jefe de asesores en Relaciones Exteriores y miembro de la Comisión camachista de entendimiento con el subcomandante Marcos.

Perseguido por el odio del presidente Zedillo, quien se proponía cobrarse las facturas de Camacho en la cabeza de su brillante colaborador, éste, Juan Enríquez Cabot, se refugió en la Nueva Inglaterra de su familia materna; fundó y dirigió el Harvard Business School’s Life Science Project; publicó un best-seller mundial, As the Future Catches You un análisis del impacto del estudio del genoma —en el que se hizo experto— en los negocios y en la sociedad, y ahora es exitoso presidente de su empresa Bio Techonomy.

Pero —hombre de lealtades firmes— ha seguido de cerca las nuevas aventuras de Camacho y Ebrard y —lo aseguran allegados de los tres— colaboró, con sus importantes relaciones en los medios y los centros académicos de Estados Unidos, con la estrategia internacional de la campaña presidencial de AMLO.

Y cándido —en la acepción inglesa de sincero— en su colaboración de ayer en Reforma ha trazado el mejor retrato, tomado de muy cerca, de cuerpo entero, de AMLO y su estrategia postelectoral.

La lección que AMLO ha recogido de Venezuela, Bolivia y Ecuador, continúa el análisis de Juan Enríquez, “es que, tras el caos, el que veta y el que moviliza a menudo acaba en la silla”. “Esta —dice— es la real lógica del poder y de las acciones de hoy”. “No basta ganar legalmente para gobernar; gobierno tras gobierno no acaban (sus mandatos) (y) algunos ni siquiera (los) inician... se requiere de malicia, tesón y legitimidad para poder gobernar (porque) hay muchos con poder para detener, bloquear, vetar, exiliar (y) es en este contexto hay que entender la lógica del señor López”.

“Con gran(de) y decidido ejército popular, se enfrenta a más de dos terceras partes del país (que no votaron por él) —continúa Juan Enríquez su trazo de Amlo—. Intenta reventar (la) elección presidencial igual que reventaba elecciones, asambleas y reformas en la UNAM. En este contexto no importa el número absoluto, importa el número decidido. El señor López aprendió bien (...) Si hay (una) lección recurrente en términos de cómo tumbar a un gobierno latinoamericano, hoy en día, es que la violencia funciona (…) La lógica no es(tá en) protestar… Es(tá en) llegar a la Presidencia… (en) vetar y volverse factor real de poder para… poder llegar. Si no en ésta o en la que sigue, entonces a la tercera. Por la buena o por la mala…”.

Represión e intervención extranjera

Un factor que parecería asegurar el éxito de esta estrategia en el México de AMLO, sugiere Enríquez Cabot, es la devaluación del actual gobierno federal y la paralización del Ejército. “Y —discierne— al no haber ni policías ni jueces ni carceleros eficaces que sustituyan (al) Ejército, acabamos en un vacío de poder. Por eso actúan, de manera tan impune, tantos y tantos, desde ambulantes tepitenses y macheteros de Atenco, hasta narcos, familiares de presidentes, políticos corruptos y paracaidistas precarios sobre la avenida Reforma. Es en este vacío de poder donde opera la lógica de poder del señor López…”.

Sólo una imprecisión aparece en el análisis: Limita al “bando conservador mexicano… las dos respuestas tradicionales de buscar la intervención de un poder extranjero y empezar a madrear”. Lo primero se lo adjudica al candidato ganador porque su asesor en temas internacionales publicó un artículo sobre AMLO en Los Angeles Times, cuando el antiguo jefe de Enríquez, Camacho, se jacta todos los días de “haber ganado la batalla de los medios” y de tener de su parte al New York Times y al Financial Times, y cuando de ese mismo bando, supuestamente progresista, surgen voces pidiendo una solución “ucraniana”, que no fue otra cosa que una muy fallida intervención norteamericana del lado de un candidato, frente al candidato sostenido por Rusia.

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